15 de enero de 2013

PODER Y MALDICIÒN DE LA PALABRA

La multifacètica dimensiòn alcanzada por la tecnologìa, ha permitido que la palabra sea como una luz redentora quizàs liberadora,  iluminando parte del sendero que transita el hombre moderno, extraviado en una opresiva oscuridad existencial.  Avanza inexorable, como un ciego perdido, sin lazarillo,  hacia el abismo de la nada.

El desconocimiento del valor y poder de la palabra, la falta de voluntad para usarla,   ignorancia del pueblo para hacerla suya, son variables adversas en el escenario del  libre albedrìo, proclive al envilecimiento de la sociedad.  Agobiados por diversas acechanzas del sistema capitalista, los hombres del mundo actual, son vìctimas, presas fàciles de  injusticias sociales de todo orden;  manipulaciòn de las leyes al servicio de los poderosos; con el respaldo del  Estado, intangible pero real ente  monstruoso  que todo lo controla  y puede en la sociedad moderna con su poderoso arsenal de còdigos, decretos, leonina jurisprudencia esgrimida para robustecer el aparato represivo; innumerables artificios;  trampas legales,  sofismas ideològicos, esclavitudes  econòmicas  que oprimen,  someten a los pueblos,  con prohibiciones, deberes, obligaciones, tributos, impuestos; legislaciones tirànicas, opresivas, imposibles de soslayar por el confundido e inerme ciudadano del comùn.

Entonces aparece en el escenario, el recurso de la palabra como herramienta intelectual  del ser humano para expresar  sentimientos, frustraciones; poderoso don para comunicar  inconformidad, discrepar con argumentos sobre el mundo, la sociedad y por supuesto el Establecimiento. La palabra es poder por variadas, mùltiples razones, entre ellas porque los deseos se convierten en decretos màgicos a travès de la palabra al invocar al universo las peticiones, èstas se transforman en realidad. Asì de simple, muy complejo para explicarlo pero ha  sido siempre de esta forma como  el ser humano logra materializar sus anhelos. Aunque la mayorìa  desconozca còmo y por què funciona de esa manera.

Es una simple verdad de fìsica cuàntica y  la ley de atracciòn universal que por desgracia, se le ha ocultado a los hombres porque las religiones judeocristianas han confundido,  tergiversado la verdad desde el principio de los tiempos  hasta el presente, usando a Dios como pretexto de coacciòn, infundir miedo, terror,  instaurar mentiras como verdades, proclamando la  verdad como mentira, y peor aùn, creando mitos absurdos,  tabùes, pactos demonìacos, actos diabólicos y demàs supersticiones que la religiòn ha divulgado, estableciendo como verdad teològica a traves de  la historia. Aùn continùa hacièndolo. Y todo lo ha realizado ùnicamente con un truco sencillo pero superior:  el poder de la palabra.

La palabra tambièn tiene magia porque abre puertas, crea puentes comunicantes de entendimiento y acercamiento entre los pueblos; con la palabra se expresan los sentimientos màs nobles del ser humano aunque tambièn pueden lanzarse las màs espantosas maldiciones, transmitiendo el odio màs visceral. La palabra es una arma de los débiles contra los poderosos;  con la palabra se libera en el hombre la inconformidad contra las injusticias, se rompe la mordaza impuesta por el Establecimiento sobre el  derecho irrefutable de la libertad de expresiòn del individuo dentro de la sociedad moderna. La palabra transforma parte importante de la realidad circunstancial, en un camino hacia la libertad porque abre las ventanas de la esperanza.

La tecnologéa tan rauda como  precisa, ha logrado que la palabra sea transmitida en sòlo dècimas de segundo a cualquier punto geogràfico de la tierra; hacer posible su retransmisiòn en segundos, a  cientos de millones de escuchas, en mùltiples idiomas, incontables formas, diversos mètodos; distintas categorìas logìsticas, avanzados medios tecnològicos de ùltima generaciòn, convirtiendo la palabra en una voz de caràcter universal, haciendo que èsta sea la voz del hombre en el concierto caótico de la modernidad. Aunque como misteriosa paradoja del destino, azares de la vida;  tambièn la palabra se convierte por su equivocada utilizaciòn, en palabra muerta.

¿Còmo entender que la palabra puede destruirnos pero tambièn sacarnos del infierno de la oscuridad?
¿Còmo sopesar el poder de la palabra en el àmbito de una realidad alterada por la misma palabra?
¿Còmo comprender, tener conciencia; llevando al plano de la realidad, la poderosa capacidad de la palabra para hacer que los sueños del hombre se cumplan?

Se llenarìan cientos de pàginas con interrogantes, todos vàlidos sobre el uso,  maravilloso poder de la palabra. Podrìa inundarse de preguntas el espacio virtual con màs inquietudes que argumentos satisfactorios a tales interrogantes. Pero sì es posible establecer una afirmaciòn contundente en este punto:  la palabra es vida metafìsica; vida cognitiva que va màs allà de los sentidos  porque trasciende la biologìa humana con una connotaciòn  significante, profunda,  del simple  concepto del vocablo vida.

Ademàs, la palabra es vida porque surgiò en el proceso del pensamiento, organizado, planificado; controlado por una inteligencia de origen aparentemente terrenal, en el proceso evolutivo de la biologìa humana hasta convertirse en un ògano superior como lo es el cerebro.
Allì se realiza el complejo proceso de elaboraciòn de la palabra de acuerdo con  investigaciones, experimentos, otros estudios realizados y comprobados por la ciencia. Aùn asì, es pertinente preguntarse sì el nacimiento de la palabra con su vasto poder, tiene su origen sòlo en el cerebro del hombre o ¿acaso tiene un origen superior?  ¿procede la palabra de una manifestaciòn tan profunda como espìritual de lo màs excelso de la esencia humana? ¿està allì y no en otra parte, la esencia y presencia divina de un ser universal?

Podrìamos quedar satisfechos con la teorìa cientìfica de còmo se crea el pensamiento dentro del cerebro del hombre, pero estarà siempre la posibilidad de mirar màs lejos, sentir la presencia de una entidad superior, algo que va màs allà de lo terrenal.  El cerebro continùa siendo un misterio para la ciencia que todavìa tiene màs preguntas, hipotesis y  teorìas que certezas comprobadas; las dudas del  hombre mismo con matices de interrogantes filosòficos, preguntas existenciales, insondables profundidades de la inteligencia humana, con todas la virtudes que posee el  cerebro pero en especial, con  una de las herramientas intelectuales màs fuertes y evolucionadas de èste organismo fascinante,  como lo es la palabra.

El mundo ha entrado en un complejo ciclo de contrapesos como por ejemplo, el hecho de haber alcanzado la especie humana, elevados nìveles de tecnologìa en todos los campos del saber, logrando perfeccionar diversos instrumentos tècnicos como  màquinas, artefactos de todo orden, equipos y productos tecnològicos
que han sido vìtales e imprescindibles para el desarrollo de la sociedad moderna. Y con ello, lograr el ser humano, altos estàndares de comodidad, traducido en una vida de confort. Fenòmeno social de la condiciòn humana de la sociedad actual, es advertir còmo la bùsqueda obsesiva por el placer, la comodidad y demàs beneficios de los avances tècnicos y tecnològicos, es la màxima aspiraciòn del hombre.

 El ser humano ha sustituido la bùsqueda otrora de su razòn de ser en la tierra. en la vida; indagaciòn por su origen y el yo superior, adoraciòn a Dios y otras divinidades, ha volatilizado su esencia espiritual porque encontrò el sucedàneo de Dios, el placebo de la felicidad en objetos y màs objetos, placer y vanidad. El hombre se ha convertido de nuevo en   un cazador,  pero un cazador cobarde, sedentario y grasiento,  sin esfuerzo mayor porque sòlo tiene capacidad y voluntad para  cazar  objetos materiales en la jungla policromosa del comercio, luces fascinantes  de inmensos centros comerciales donde se busca con desespero la felicidad etiquetada con una marca, con un precio; con un còdigo,  ansioso  por tener y sòlo tener,  llenàndose de cosas absurdas y  sin utilidad, aplacando  su ansiedad, su miedo con ràpidas satisfacciones materiales, alegrìas instantàneas producidas por objetos, equipos, màquinas, autos, ropa y comida ràpida;  felicidad al instante consumista de marcas y modas, queriendo llenar  vacìos infinitos de  soledad,  miserias de su  angustia existencial, viviendo en un mundo sin sentido; tristezas sin consuelo de una alma herida, un espìritu moribundo.

Entonces puede hacerse la pregunta en este punto: ¿Què relaciòn existe entre la palabra, su poder, capacidad de transformar  la realidad en beneficio propio;  todos los deseos del hombre,     y  la deshumanizaciòn vigente, decadencia espiritual; voraz materializaciòn del hombre moderno?  La respuesta serìa muy extensa y profunda pero basta con argumentar còmo la palabra es tambièn una maldiciòn si el ser humano la convierte en instrumento de avaricia, odio, violencia;  transformando la palabra en una pesadilla de horror y dolor, como una moderna caja de Pàndora abierta, màs tenebrosa que la  mitològica,  al apartarse de la esencia de la palabra cuàl es su espiritualidad. Pero las circunstancias actuales degradaron la palabra, envilecieron su uso y poder; no debe olvidarse que todos los actos del hombre obedecen al libre albedrìo, por lo tanto, èl ha elegido entre la palabra como un poder maldito y la palabra como un don divino, regalo de Dios o los  Dioses, segùn la interpretaciòn personal de las creencias espìrituales.  

Pero asì mismo, en la lìnea de los contrapesos de la especie pensante, no obstante los avances logrados, persisten las taras de siempre, desde los orìgenes del hombre como el choque racial entre los diversos pueblos, la lucha permanente por el espacio vital para el desarrollo del hombre, la guerra por los bienes terrenales, problemas sociales de todo tipo en las grandes ciudades, la lucha de siempre entre la tiranìa y la libertad;  conflictos  interminables por obtener justicia ante los zarpazos de la injusticia de los grandes poderes, polos opuestos del hambre de la mayorìas y la abundancia y despilfarro de la minorìas privilegiadas, distancias abismales entre la pobreza de una gran parte de la humanidad y la abrumadora riqueza de unos cuantos paìses.

 La paz que nunca ha existido en la tierra y el monstruo de la guerra, presente en todas las  èpocas, el contrasentido  de existir  una parte del mundo con altos nìveles de industrializaciòn, con  avances en tecnologìa de ùltima generaciòn mientras que en el otro extremo, aùn existen pueblos que cocinan sus magros alimentos, cuando pueden tenerlos, con leña. Viven en chozas, bohìos y tugurios.  Carecen de servicios pùblicos bàsicos como agua potable, luz elèctrica y alcantarillado.  Pueblos con varias generaciones para  los que el hambre y la miserìa  siempre ha sido  su ùnico  norte;  la enfermedad y el dolor el pan diario;  desesperenza y muerte el  acìago destino.

 Las mismas miserias de la humanidad desde los orìgenes, han variado poco, quizàs se han multiplicado màs por el aumento de la poblaciòn  hasta convertirse en flagelos, pandemias que no han podido ser superadas porque  en una rara paradoja de la historia de la humanidad, la ciencia,  tècnica y  tecnologìa màs avanzada,  han proyectado al hombre a dimensiones asombrosas de ultramodernidad y progreso pero en el otro extremo, la especie pensante ha quedado congelada en el tiempo con los mismos males, miserias y carencias màs primarias que ha tenido el ser humano desde los  primeros estadios de su desarrollo.

El signo màs evidente de la fractura sufrida por el hombre  en los tiempos modernos, es la oscuridad en que ha entrado,  la soledad,  aislamiento que sufre, asì lo demuestra, es un fenòmeno extraño porque no obstante tener a su alcance los màs avanzados equipos de comunicaciòn nunca imaginados, èste està solo, se siente solo entre miles de personas; es un animal solitario entre las grandes manadas humanas. La soledad se ha convertido en una pandemia social.  Ha olvidado que tiene el don de la palabra y si usara con sabidurìa esos maravillosos artefactos tecnològicos de comunicaciòn, potenciarìa  su capacidad de diàlogo, entendimiento y acercamiento con sus semejantes.

Pero el poder de la palabra, como màxima expresiòn de la inteligencia, la evoluciòn humana, ha sido envilecida por la sustituciòn de la imagen, a la palabra se le ha amordazado con el silencio impuesto por  la imagen, en un mutismo pasivo sin la participaciòn todopedorosa de la palabra. La humanidad alcanzò la mayorìa de edad en el campo de la tecnologìa pero se estancò en el desarrollo de la palabra como multiplicador del espìritu, como puente de comunicaciòn de los sentimientos, valores y expresiones humanas màs importantes.

La palabra ha perdido parte sustancial de su poder ante la sustituciòn impuesta por las nuevas tecnologìas de la comunicaciòn, imponièndose la imagen sobre la palabra. En estos tiempos vertiginosos, cambios azarosos y raudos  de la vida moderna, los valores y tradiciones que siempre se creyò, serìan inmutables e impercederos en el tiempo, en dos, tres dècadas;  menos  de un decenio, han sido  sustituidos como obsoletos,  por otros valores, otros principios; otras costumbres y hàbitos que no duran ni una generaciòn porque se vuelven tan desechables como el papel.

La imagen ha ido desplazando a la palabra porque tambièn la moda de lo fàcil, la que no exige esfuerzo; se impone, estamos en la època en que lo superfluo es màs aceptado que lo profundo por las nuevas generaciones que viven en una ficciòn transformada en realidad a travès de la tecnologìa, tirando por la borda todo lo que no sea ultramodernidad, libertinaje màs que libertad, excesos màs que austeridad;  la imagen va dos generaciones adelante, dejando en el camino  cualquier atisbo del clasicismo, la tradiciòn y  la antigûedad, a una velocidad de vèrtgo,  lo que ha  creado  mundos paralelos pero opuestos en un mismo planeta, de incluidos y excluidos en el universo alucinante de la tecnologìa.

Asistimos estupefactos a una guerra que ha tenido muchas batallas. Es la guerra entre la imagen y la palabra. La imagen no exige de la inteligencia un rigor mayor como sì lo hace con la palabra; la imagen va directa a sus emociones sin pasar por el filtro del juicio y el anàlisis ya que su impacto es contundente. En cambio, la palabra es fundamental en la creaciòn del lenguaje; su compleja elaboraciòn, el esfuerzo necesario para procesar la palabra, exige concentraciòn, interès, disciplina de la inteligencia. No se obtiene lo sobresaliente y menos lo excelente con facilidad, es indispensable la disciplina de pensar, planear, organizar y controlar.
Los avanzados como manipuladores medios de comunicaciòn, han fabricado una generaciòn artificial, vacìa, con profundidad de un milìmetro, educada con la imagen, sobre la imagen y para la imagen en las posibles variables de su interpretaciòn.

Estas nuevas generaciones estàn condenadas al aislamiento automatizado, mediatizado e inmediato de la imagen. Son personas pasivas, aplanadas sobre las pantallas de sus miles de artefactos lùdicos de evasiòn y esparcimiento, de trabajo y comunicaciòn, sin màs movimiento que su ritmo cardìaco y el parpadeo de los ojos, hipnotizados en una esclavitud pavorosa sobre  millones de imàgenes, imàgenes e imàgenes transmitidas por las pantallas, en un rito multifacètico, de caràcter mundial, como una pesadilla alucinante de dominio sobre millones de seres humanos en mùltiples paìses del mundo. Obsesiòn adictiva que se ha convertido en su ùnico vìnculo con el mundo real porque ellos viven en la otra realidad creada por las nuevas tecnologìas, denominada realidad virtual. Pero su desvarìo psicològico es de tal magnitud que quizàs nunca se enteren que estàn  hundidos en el abismo  màs terrible de  soledad, aislados, desconectados del mundo y la realidad.

La otra realidad impuesta por los medios de comunicaciòn con sus poderosas tècnicas de comunicaciòn,  invasores mètodos de mercadeo aplastante, adoctrinan a las muchedumbres hasta dominarlas, sometièndolas a un desaforado y adictivo consumismo, han convertido a la imagen en un macropoder manipulador, dominante, distractor y controlador de la vida, costumbres, actitudes; formas de pensar y existir   de millones de personas.  Debe aceptarse còmo la palabra ha ido perdiendo la batalla contra la imagen y por ende su lento pero inexorable desplazamiento en los heterogèneos escenarios de la vida moderna.  La humanidad ha sido adormecida por los efectos de la tecnologìa en un proceso cada vez màs ràpido e implacable, y cuàl mejor dominio que la imagen.

Sin embargo, la palabra aunque estè siendo desplazada por la imagen, no puede desconocerse su importancia porque  primero fue la palabra que la imagen en el mundo de la comunicación.  La palabra fue gènesis de la historia de los primeros hombres que existieron,  en los  balbuceos iniciales de  su  evoluciòn idiomàtica  hasta consolidarse como  lenguaje.  Por la palabra existe el hombre como ser social, posibilitado para comunicarse, expresar sus sentimientos, y dominar su hábitat.
El poder de la palabra està vigente, la imagen podrà hacerla a un lado pero jamàs destruirá su poder. El ser humano, inmerso  en una fantasìa que se ha convertido en pesadilla, fue obnubilado por el magnetismo hipnòtico de la imagen. Perdió la capacidad de invocaciòn de la palabra para entregarse a la alienaciòn  producida por  la imagen.

Vìctima de la soberbia,  como criatura incapaz de controlar los dones de la inteligencia, el hombre creyò dominar la palabra, la utilizò con tanta arrogancia que perdiò su control hasta adquirir fisonomìa en una tecnologìa superior;  desafiando la palabra, el ser humano trascendiò las fronteras de la sensatez porque quiso màs y màs en la ciencia, la tècnica y la tecnologìa, con una ambiciòn aunada al desenfreno insaciable del capitalismo,  el hombre se ha autoamordazado para ser un ente mudo, sedentario, pasivo ante la realidad; idiotizado por siempre ante la pantalla, dejàndose someter y esclavizar por el poder de la imagen.
La comunicaciòn muda de la imagen es ahora en el mundo, en la realidad virtual de millones de personas, la voz dominante de una inteligencia artificial. Acaso la palabra del hombre, es tambièn  una palabra universal e infinita pero con la impronta  maldita  del silencio, avasallada por la tecnologìa de la imagen.

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