Alguna vez cuando éramos niños, los adultos no habían corrompido nuestra inocencia y la sociedad no había destruido la magia innata de soñar que tenemos cuando fuimos niños, sonábamos con llegar a las estrellas, al sol, más allá de las galaxias, para recorrer en una nave maravillosa, gigantesca y poderosa todo el universo, visitar innumerables planetas, conocer los habitantes de esos mundos. Soñamos con hacernos amigos de los niños del universo, intercambiar nuestros juguetes terráqueos con los de ellos. Saborear los dulces, golosinas y helados más extraños pero deliciosos de aquellos planetas. Tan distantes pero tan cerca de nosotros por nuestra prodigiosa imaginaciòn de lograr viajar en segundos, con el poder de nuestros sueños. Alguna vez todos tuvimos un sueño, quizás en la niñez, en la adolescencia, en la edad adulta pero tuvimos un sueño.... muchos sueños se cumplieron, otros en parte. O jamás ninguno pudo cumplirse....
Si no tuvièramos la posibilidad de soñar con la capacidad racional que disponemos, seriamos tan estúpidos como las vacas; tristes como las mulas, elementales como los cerdos, anodinos como las gallinas, con la diferencia que los anteriores son irracionales. Sólo obedecen a un instinto primario. Pero los humanos además de racionalizar los actos y la realidad, tenemos el privilegio maravilloso, cuasi mágico de soñar, soñar y soñar. Aquellos irracionales están satisfechos, mansos en su no conciencia de vida y existencia. Si aún disponiendo de una poderosa capacidad racional, carga moral y ética, con conciencia de nuestros actos, pero con todo ello, no tuvièramos la facultad de soñar, nuestra realidad sería más triste y desolada de lo que es. ¿Si con la posibilidad de soñar e idear mundos maravillosos, mejores que los dados por la realidad, la existencia es turbia y ominosa, cómo sería si no tuvièramos la facultad de soñar dormidos y despiertos? Soñamos despiertos y dormidos con lo que algún día obtendremos, con esfuerzo o por azar del destino. Los sueños son como un placebo que apacigua la rudeza de la vida. Sueños que se transforman en realidades, algunas veces con mayor o menor esfuerzo, lucha tenaz; feroz batalla contra todo y contra todos. En ocasiones, los sueños son pequeñas batallas que emprendemos en el transcurso de la existencia, en el gran teatro, sueño-batalla de la vida.
Los sueños nos acompañan desde la más tierna infancia, son còmplices de los juegos de la vida. Cuando creamos un sueño ideal en la antesala secreta de las utopías, ese mundo ìntimo llamado universo de los sueños, conspira para convertirnos en legítimos herederos de la fortuna. Aunque la vida de muchos hombres se extingue en la espera, fallida realizaciòn de sueños nunca cumplidos. Los sueños son alimento intangible de la razón, acicate del subconsciente y de un mundo dimensional, que va más allá de la tercera dimensión, donde se desarrolla nuestra vida. Dentro de ese triàngulo se cocinan los sueños del hombre para que su existencia sea menos cruda y miserable. Concebir el complejo mundo del hombre sin sueños, sería anticiparnos a una catástrofe de dimensiones colosales.
Aùn así, hay vidas acongojadas, hundidas en un abismo de oscuridad que esas existencias padecen con estoicismo singular. Nacen, subsisten y mueren sin soñar. Su vida se reduce a satisfacer las necesidades más elementales. De ahí hacia adelante, no existe ningùn escapismo que dulciifique sus marchitas realidades. Estas vidas no marcan un rumbo de posibilidades diferentes a las referidas. No existe un deseo de anticipaciòn a la realidad que es el objetivo de los sueños trazados por el hombre. Pobres y aplastadas criaturas que nacen, subsisten en lo elemental, y mueren sin haber soñado en algo superior a sufragar las necesidades más primarias.
Del mundo onírico satisfacemos con los sueños la pesada carga de la realidad. Sacudimos en ese breve intermedio que oscila entre la vida y la muerte llamado sueño, las melancolìas, las penas y desventuradas historias no contadas de cada hombre. Dormir es aproximarnos a las fronteras abstractas de la muerte pero extasiados en los sueños que tenemos, muchas veces despertamos sobresaltados porque ya no fue un sueño de desahogo lo que vivimos sino la màs espantosa pesadilla, de la que salimos con horror y miedo. Descargamos las culpas y los remordimientos del inconsciente en el universo onìrico cuando dormimos. En el dèdalo de los sueños, logramos desahogarnos con impunidad de las màs recònditas aberraciones, miedos y odios. En nuestros sueños tenemos licencia para matar, violar, robar, hacer todo el daño posible; convertirnos en monstruos que la realidad de nuestro yo superior no nos permitirìa. Ademàs de la barrera de la moral, los valores eticos, la educaciòn, amortiguadores culturales de la civilizaciòn. Dèbil muralla que nos separa de la barbarie total. En el mundo onìrico, a traves de los sueños, descargamos de nuestro yo profundo, dolor, angustia, ira; traumas y frustraciones de seres humanos, sometidos por la cultura, la religiòn y los convencionalismos sosciales. Si no soñàramos cuando dormimos, el mundo hace tiempo no existirìa como civilizaciòn porque el hombre ya lo habrìa incendiado por los cuatro costados.
Del otro lado està el universo de lo sueños creados en estado consciente, forjados bajo la luz de la imaginaciòn e integrados a la hipèrbole de las quimeras, de ahì, convertirlos en realidad, hacerlos parte de nuestros anhelos màs profundos, es leitmotiv que irriga razones de vida a los hombres. Crear sueños y transformarlos en realidades concretas, es tambièn quid del hombre sobre la tierra. Los sueños conscientes que se tienen en la vigilia, son extensiones de la imaginaciòn que convierte esos sueños en ideas, proyectos, grandes, pequeñas empresas de la vida. La vida es como una moneda que gira y gira en el denso vacìo del destino. Girando en el azar de fugaz felicidad, luto de tragedia. Por ello, la vida es una moneda de dos caras: en una faz estàn los maravillosos sueños del hombre y en la otra, estàn las màs abominables pesadillas germinadas sobre la tierra. Interesante es saber cuando caerà esa moneda en nuestras manos y con cuàl de las dos fases seremos ganadores o perdedores. Con las faz de los sueños, habremos ganado pero con la faz de las pesadillas, nuestra suerte estarà echada. Y ya no habrà vuelta atràs.
¿Es posible que exista un mundo tan fantàstico, tan fascinante y màgico como el mundo de los sueños en la infancia? Ni aùn con la extraordinaria capacidad teconologica existente de inventar, crear y recrear los màs inverosìmiles sueños; tumultuosa fantasìa creada por la imaginaciòn del hombre adulto, apoyado por sofisticados instrumentos tecnòlogicos, nunca la tecnologìa podrìa siquiera igualar el mundo infinito de los sueños de un niño. Creo que el mundo no se ha desmoronado completamente, hacièndose añicos, quedando el planeta hecho polvo de estrellas, es porque los sueños de los niños, con su inocencia, bondad innata, poder de creaciòn superior, han evitado el colapso que tarde o temprano, harà del planeta tierra una inmensa bola de fuego y destrucciòn.
Cuando alguna vez todos tuvimos un sueño, ese sueño extraordinario fue en la niñez. Cuando soñar era parte de la vida. La vida en la infancia es como un sueño fantàstico, que va en una burbuja de imaginaciòn y ensueño, donde se construyen sin cesar, hasta el infinito, las màs grandiosas aventuras, donde el universo es pequeño y conquistable para la còsmica visiòn, imaginario perpetuo que pueden crear a su antojo los niños sin mayor esfuerzo. Y lo hacen con alegrìa y entusiamo, sabia simplicidad de la grandeza.
Alguna vez dejaremos de soñar porque la vejez, la enfermedad y las miserias de la existencia nos habràn aplastado. La primera muerte en la vida de un hombre, es cuando deja de soñar para convertirse en un ser adusto que no sonrie; deja de ser niño para convertirse en un ser productivo y consumidor de mentiras y pesadillas. Màquina racional de normas, leyes, prohibiciones y responsabilidades, apego al dinero y a los bienes. El demonio de la codicia lo pudre y vive como un autòmata, sin soñar ni mirar jamàs a las estrellas porque matò el niño que alguna vez llevò en su interior.
Siempre, siempre debemos recordar para apaciguar nuestra conciencia herida, alma en tinieblas; lenta idiotizaciòn moderna que nos està convirtiendo en hombres seriados, que alguna vez tuvimos un sueño sobre la tierra, quizàs se cumplio, quizàs no, pero tuvimos un sueño.........
29 de septiembre de 2013
28 de septiembre de 2013
CUANDO LLUEVE EN LA CIUDAD
La lluvia tiene el raro pero refrescante ingrediente que actúa como remedio aleatorio de la naturaleza para cambiar las circunstancias atadas a un orden lineal y monótono de la existencia. Cuando llueve sobre una ciudad gris y congestionada, invadida de smog, saturada de caos y ruido; miedo de los otros a ser atacado o violentado en su burbuja de angustia existencial; terror a ser atracado, apuñaleado; quizás asesinado. Prisa por llegar a alguna parte, tal vez no llegar jamás a destino alguno. La lluvia es el swich salvador que logra en pocos instantes, detener aquella marcha infernal que significa andar por las calles de una ciudad tumultuosa, invadida de personas y autos por doquier, de vendedores callejeros quienes con minitiendas, microcomercios en carretillas y carritos de madera de tracciòn humana, bloquean el paso por andenes, avenidas, esquinas, parques, accesos a edificios y calles de una ciudad.
Las gentes se dispersan aturdidas, con la certeza de huir de algo ineludible pero presente en su realidad más cercana. La lluvia cae sin medida ni orden sobre las calles, autos, edificios y personas, es un medidor de la fragilidad del hombre ante los fenómenos de la naturaleza. Es acaso la lluvia el más sabio y prodigioso mecanismo que tiene la naturaleza para detener por muchos minutos, a veces horas, la frenética agitaciòn del hombre en ciudades donde no hay respiro para atenuar el tràfago de la existencia, para aquietar el espíritu y pensar por segundos:
¿Quièn soy y qué hago en este mundo, a esta hora, en esta infernal ciudad donde nadie me conoce. Soy una cifra, un anònimo rodeado de otros miles de anònimos. Què clase de hombre soy que me siento miserable y solitarios entre miles de seres humanos, obejetos, ruidos y mentiras?
Los seres humanos están aferrados a la compleja como discutible comodidad de la vida moderna, son tan débiles para resistir las inclemencias del medio. Cuando cae una lluvia torrencial, sienten la aprehensión de lo desconocido porque no leen el verdadero significado de la lluvia. El hombre actual nacido y criado con los ropajes de la modernidad, hospitales de primer nivel, servicios pùblicos òptimos, comida fresca en los supermercados, un comercio provisto con lo necesario para satisfacer las necesides, en sìntesis, todas las necesidades cubiertas, es un hombre desdentado, castrado para enfrentar las fuerzas brutales y puras de la naturaleza. El hombre està convertido un ser pusilànime, cobarde, si tuviera que enfrentarla sin los medios tecnòlogicos que dispone, su sobrevivencia serìa muy dificìl porque el ser humano moderno perdiò el magnetismo natural, anulò su capacidad innata e instintiva para sobrevivir entre la naturaleza, destruyò su aura natural para adaptarse a una posible naturaleza pura y salvaje. El hombre es hoy por hoy un ser artificial, revestido de mediocridad y plasticidad, contaminado de bajas pasiones, infradotado para ser denominado un hombre superior, en su esencia pristina como son los demàs seres irracionales. La civilizaciòn con sus mùltiples artificios tecnologicos, falsas imposiciones modernas, falseò al hombre, hacièndolo un ser dèbil, sedentario; extraviado, inequivoca tendencia a la estupidizaciòn seriada, impulsada por el famoso mundo globalizado.
Quizà sòlo saldrìan invictos los seres màs aptos y fuertes de la especie para que èsta no desapareciera. La mayorìa perecerìa como moscas entre una naturaleza virgen e indòmita. La modernidad castrò al hombre para ser un guerrero como los antiguos, bendecidos por los dioses tutelares. Los hombres de hoy, de las modernas ciudades, todo les ha sido dado en forma ràpida y fàcil, sin esfuerzo, gracias a descubrimientos de la ciencia y adelantos tecnològicos. No saben de la naturaleza màs que la observada desde sus còmodos sofàs a travès de la de mentira televisiva y la ficciòn del cine. Huyen aterrados cuando ven una cucaracha, una araña, una rata o un insignificante bicho de los que aùn subsisten en las grandes ciudades. Y su primer gesto es aplastar el bicho, matarlo para eliminar la imagen asquerosa de esa naturaleza lejana y horrible que empaña el sosiego del hombre civilizado y pulcro.
Cuando llueve sobre la ciudad, los hombres corren aterrados, se sienten nerviosos, amenazados de mojarse, de ser tocados por infinitas gotas de agua que caen de manera pertinaz de la atmòsfera. En pocos minutos pierden el horizonte que tenìan trazado para las pròximas horas. El mundo les cambia en segundos. Aplazan, cancelan las citas, diligencias pendientes. Esa compra o reuniòn ya no serà posible por la lluvia. Si acaso cumplen con los compromisos, llegan tarde y como los demàs tienen el mismo concepto de la lluvia, aquèllos tampoco cumpliràn. Dejaràn de asistir, postergaràn ese insignificante, tal vez vital encuentro porque la lluvia lo quiso asì. "Diràn con desparpajo que fue culpa de la lluvia." Pocas veces en nuestro medio las personas estàn por encima del fenòmeno de la lluvia para no eludir un compromiso en una tarde o mañana cualquiera. Hay personas que no se amilanan ante la lluvia, aùn en medio de un diluvio, llegan hechas agua pero cumplen con precisiòn sus obligaciones. La mayorìa de personas queda paralizada. La excusa màs propia y extendida en nuestro medio para no cumplir con una cita es argumentar que estaba lloviendo.
Lo que no puede refutarse es ver el aspecto casi màgico de la lluvia sobre una ciudad porque transforma circunstancias normales para volverlas hùmeda, fresca razòn para serenarse, hacer una pausa en el camino y mirar aunque sea por unos instantes, el rostro del hombre, de la mujer que tenemos en frente nuestro. La lluvia suaviza las asperezas de la ciudad aunque saque a flote aspectos miserables de injusticia social y desigualdad econòmica. Cuando llueve, el hambre se siente con mayor rigor, el deseo por una bebida que caliente el cuerpo es màs apremiante. La falta de una vivienda segura y tibia, carencia de ropa y frazadas adecuadas, potencializan la perversa lìnea ecònomica que divide una sociedad. Pero aunque sea paradòjico decirlo, la lluvia aproxima un poco a las personas en el contexto de permitir una interaciòn màs humana, quizàs generosa en la actitud de mirarla y escucharla con un poco màs de atenciòn. Pero tambièn la lluvia evidencia con inusitada dureza, las diferencias sociales y econòmicas extremas de una sociedad. Cuando llueve en forma inclemente sobre la ciudad, los que sufren con mayor rigor son los descamisados, los desarrapados que no tienen còmo ni dònde resguardarse. La lluvia hace ver con mayor crudeza la miseria de una ciudad. Asì mismo, cuando llueve, es el momento màs propio para pensar en la vulnerabilidad del hombre, en cuàntas debilidades lo acechan; momento adecuado para descubrir el acoso ficticio y real que vive el hombre, inmerso en preocupaciones vanales, quizàs importantes que lo apartan de las cosas sencillas y bellas de la vida. Ver llover en la ciudad es tambièn aproximarnos a una dimensiòn màs espìritual, para mirar en nuestro interior y darnos por enterados que somos sòlo unas atemorizadas criaturas que huimos de la lluvia como si fuera una amenaza y no una oportunidad de ver la vida desde otra perspectiva. Bienvenida sea siempre la lluvia sobre la ciudad.
27 de septiembre de 2013
PUTAS Y PUTICAS
PUTAS Y PUTICAS
!Cuànto se ha escrito y continuarà escribièndose sobre el mundo de la putas¡
Siempre se diràn las mismas frases de cajòn, se volverà a hablar de su problemàtica social como trasfondo de un fenòmeno sociològico de siempre; han hablado y escribiràn por siempre de la degradaciòn humana, de la utilizaciòn de la mujer como mero objeto sexual. Asì mismo, se tocarà el aspecto moral y por supuesto de la dignidad de la mujer como ser humano y no vulgar mercancia. Se escribirà sobre el negocio del sexo que implica la prostituciòn pero son tantas las variables que el fenòmeno de la prostituciòn es una problemàtica màs del mundo pero es tambièn un negocio rentable, quizàs un mal necesario de la sociedad de consumo para aplacar la lujuria y las necesidades sexuales del hombre. Otra de las abominables fracturas del capitalismo, degradaciòn y negocio del implacable sistema econòmico, que explota cualquier aspecto vulnerable del hombre que pueda generar rèditos econòmicos. Porque de no existir la prostituciòn con todas sus implicaciones es vàlido preguntarse:
¿Què hubiera sido del mundo occidental sin putas en toda su historia y en la actualidad?
La prostituciòn como tema intelectual es un asunto demasiado trajinado, tan trajinado como el cuerpo de las putas mil veces utilizado en el ayuntamiento carnal . Pero como nunca, la prostituciòn, no obstante ser un tema aburrido, monòtono, sin màs interès que para los especialistas o las autoridades que lo estudian, afrontan y combaten. Se ha convertido en una pandemia mundial. De negocio clandestino, de caràcter local en el paìs donde se ejerciera, repudiado por la moral burguesa y eclesiàstica pero aceptado en la pràctica con el velo de la hipocresia social de todos los perìodos historicos, la prostituciòn, se transformò en una multinacional gigantesca del crimen internacional en manos de poderosas mafias que manejan la postituciòn como macabro pero rentable negocio con implicaciones mundiales, sucio negocio donde se ejerce el rapto, el secuestro, la coerciòn; el chantaje, la tortura; la violaciòn, drogadicciòn forzada, desapariciòn y asesinato.
Pero cuando no està manejado por aquèllas temibles mafias mundiales de proxenetismo esclavo, la prostituciòn aunque suene duro y quizàs inmoral desde la òptica de la moral burguesa cristiana, es un trabajo como cualquier otro que implica un trato comercial de sexo por una tarifa de dinero, intercambio de placer por una cantidad acordada. El veto moral y social ya no es impedimento para que una mujer que quiera ser puta, lo haga sin miramientos. Una mujer puede hacerse puta por necesidad y presiòn social del medio al no tener otras alternativas de subsistencia; puede hacerlo por voluntad propia, autodeterminaciòn, libre albedrìo, es decir porque le gusta ese mundo y quiere vender su cuerpo al mejor postor. Porque hay mujeres que nacieron para ser putas y les gusta serlo, ademàs porque la naturaleza humana es compleja y descubren lo que desean hacer con sus vidas, ademàs saben que pueden ganar mucho dinero de esa manera, aunque pudieron ejercer otros oficios; en un tercer lugar estàn las mujeres que son prostituidas mediante engaños, drogas y mentiras, luego de ser violadas, con amenazas, intimadas a ejercer la prostituciòn, porque fueron secuestradas y obligadas a ejercer el oficio. En este ùltimo rango, que rompe el molde de lo volitivo y de subsistencia bàsica, para incurrir en un atroz y repugnante negocio de esclavismo sexual como el detentado por depravadas mafias de Asia, Europa y Amèrica. Este caso de esclavitud sexual, no deberìa denominarse prostituciòn en sì, porque la prostituciòn debe entenderse como un acto voluntario. Deplorable crimen que podrìa denominarse esclavismo sexual para ejercer la prostituciòn.
Pero un cuarto nìvel de prostituciòn ha tomado fuerza inusitada en los paìses tercermundistas, la canallesca prostituciòn infantil creada por monstruos enfermos de codicia para hombres sin escrùpulos, pedòfilos, sàdicos y sadomasoquistas, miles de pederastas de los paìses ricos que llegan como cazadores de trofeos de sexo tierno , presas infantiles que saciaràn su lujuria, mundanas expectativa de fuertes y demenciales aberraciones con niñas de diez u once años, y hasta menores de diez años. Este negocio de demonios castradores de la infancia es manejado por poderosas redes mundiales de proxenetismo infantil, con lazos y conexiones logìsticas, vinculadas a sanguinarias mafias de Europa, Asia, Africa y Amèrica. Verdadera calamidad humana de indole monstruosa que supera cualquier espectro lìmite. Algo horripilante, contranatura que sòlo señala el rumbo oscuro, sin regreso que ha llevado al hombre a descomponerse y transformarse como el màs abyecto, sanguinario y miserable depredador que ha existido en todos los tiempos sobre el planeta tierra, no sòlo de los recursos vìtales de la naturaleza para la sobrevivencia de todas las especies, incluida la humana, sino tambièn que depreda, aniquila sin aspavientos èticos y morales, todos los valores de la dignidad y el respeto, que lo condujeron a ser un ser civilizado, por encima de las demàs criaturas y especies de la tierra.
Ha ingresado al tùnel màs oscuro y lòbrego desde su apariciòn en la tierra. La prostituciòn forzada de niñas es otro demencial negocio que crece como incendio infernal, alimentado por un combustible altamente inflamable, cuàl es la lenta pero inexorable extinciòn de la moral y ètica humana; insaciable y creciente codicia del hombre hacia el dinero y bienes materiales. La ruptura del hombre actual con las barreras èticas, y lìmites morales, le quitaron la màscara de bestia feroz, dejàndolo tal cuàl es, criatura asesina poseìda de lujuria, proclive a los placeres y sensaciones màs insopechadas y escabrosas.
En un mundo convulsionado, globalizado en estrategias comerciales y estandarizado por marcas y estratificado por etiquetas de calidad, soporte maquillado de la estètica y el interès econòmico sobre otros valores, tambièn se ha establecido la estratificaciòn en el mundo de las putas. Ahora hay putas de alto estrato, de estrato medio y las puticas de clase baja. La prostituciòn se ha transformado en un fabuloso negocio para las niñas bien de los estratos altos, fuente de cuantiosos ingresos para las arribistas y trepadoras sociales de clase media. Rentable negocio manejado por astutos y ambiciosos intermediarios mediante pàginas web, redes digitales y virtuales de promociòn con insinuantes catálogos de las bellas e insinuantes modelos, chicas universitarias y profesionales. En el medio colombiano se les llama a las universitarias, a las que poseen tìtulo universitario, modelos y actrices que ejercen la prostituciòn, mujeres prepago. Pero en esta escala de putas prepago, tambièn hay presentadoras de televisiòn, diversas profesionales y un amplio pièlago de mujeres vinculadas a la fràndula y medios de comunicaciòn. Ante la demanda y copiosos ingresos dejados por esa actividad, se han vinculado incontables jovencitas estudiantes de bachillerato, incluyendo menores de edad. Esta fauna femenina tiene una alta demanda entre altos ejecutivos de multinacionales, acaudalados inversionistas, pròsperos comerciantes e induatriales, y por supuesto el gremio de los traquetos, narcotraficantes y capos del crimen organizado. Èstos son los que mejor pagan los servicios de èstas mujeres porque aunque algunas se resisten, en un principio y no desean hacerlo, les ofrecen altìsimas sumas de dinero. Se obsesionan de tal forma con alguna actriz, modelo o presentadora de televisiòn que les obsequian costosos apartamentos, lujosos autos y joyas. Al fìn èstas ceden, lo que las convierte en prostitutas simuladas. Algunas quedan enganchadas en ese mundo porque descubren la mina de dinero que pueden explotar vendiendo sus cuerpos.
En en el calamitoso e infortunado ambiente de pobreza y miseria del mundo, el lastre que implica ser pobre, sin oprtunidadades; modelo milimètrico de exclusiòn social y econòmico de los circuitos del progreso y la riqueza, edificado con la perversa metàfora de ricos y pobres, feos y bonitos, talentosos y brutos, tampoco las putas se escapan a esta estratificaciòn demonìaca. Hoy hay putas de alto nivel social para los adinerados y nuevos ricos, porque sòlo ellos podrìan pagar sus altas tarifas; putas de estrato medio para profesionales, burocràtas, comerciantes y empresarios en ascenso social y econòmico. Y en la ùltima escala, estàn las tristes puticas de los barrios miserables, las desplazadas por la violencia del campo, las niñas empujadas a la prostituciòn para no morirse de inaniciòn; puticas escapadas de hogares de infierno, miseria, maltrato, hambre y violaciòn sistemàtica por parte de padres, hermanos y padrastros.
Putas de alto vuelo que intiman con capos y poderosos hombres de negocios, obteniendo altas cantidades por sus servicios y las que estàn en el estrato medio, que sueñan y luchan por llegar donde han llegado las putas de alto vuelo, las que sòlo se acuestan con hombres ricos. Y las puticas callejeras de todas las edades que con su mìrada triste de desamparo y hambre, se ven en los atrios de las iglesias, en los sectores màs deprimidos de las ciudades, recorriendo las calles en frìas noche de abandono y peligro, buscando con desespero un ocasional cliente, casi siempre un borracho impotente y agresivo. Putas y puticas; las primeras cosechan con su sexo, el ascenso social y la posible riqueza que no obtendrìan de otra forma, las otras; desamparadas puticas sin futuro que apenas intentan ganarse unos pesos para pagar el alquiler de un miserable cuarto de hotel de quinta categorìa, sufragar un plato de comida en un restaurante popular y el resto, sì acaso les queda, serà para dàrselo al amante de turno o al rufiàn alcahuete de siempre, otro tanto serà para comprar droga y alcohol y hacer menos dolorosa su desventura de haber nacido pobre para volverse puta.
!Cuànto se ha escrito y continuarà escribièndose sobre el mundo de la putas¡
Siempre se diràn las mismas frases de cajòn, se volverà a hablar de su problemàtica social como trasfondo de un fenòmeno sociològico de siempre; han hablado y escribiràn por siempre de la degradaciòn humana, de la utilizaciòn de la mujer como mero objeto sexual. Asì mismo, se tocarà el aspecto moral y por supuesto de la dignidad de la mujer como ser humano y no vulgar mercancia. Se escribirà sobre el negocio del sexo que implica la prostituciòn pero son tantas las variables que el fenòmeno de la prostituciòn es una problemàtica màs del mundo pero es tambièn un negocio rentable, quizàs un mal necesario de la sociedad de consumo para aplacar la lujuria y las necesidades sexuales del hombre. Otra de las abominables fracturas del capitalismo, degradaciòn y negocio del implacable sistema econòmico, que explota cualquier aspecto vulnerable del hombre que pueda generar rèditos econòmicos. Porque de no existir la prostituciòn con todas sus implicaciones es vàlido preguntarse:
¿Què hubiera sido del mundo occidental sin putas en toda su historia y en la actualidad?
La prostituciòn como tema intelectual es un asunto demasiado trajinado, tan trajinado como el cuerpo de las putas mil veces utilizado en el ayuntamiento carnal . Pero como nunca, la prostituciòn, no obstante ser un tema aburrido, monòtono, sin màs interès que para los especialistas o las autoridades que lo estudian, afrontan y combaten. Se ha convertido en una pandemia mundial. De negocio clandestino, de caràcter local en el paìs donde se ejerciera, repudiado por la moral burguesa y eclesiàstica pero aceptado en la pràctica con el velo de la hipocresia social de todos los perìodos historicos, la prostituciòn, se transformò en una multinacional gigantesca del crimen internacional en manos de poderosas mafias que manejan la postituciòn como macabro pero rentable negocio con implicaciones mundiales, sucio negocio donde se ejerce el rapto, el secuestro, la coerciòn; el chantaje, la tortura; la violaciòn, drogadicciòn forzada, desapariciòn y asesinato.
Pero cuando no està manejado por aquèllas temibles mafias mundiales de proxenetismo esclavo, la prostituciòn aunque suene duro y quizàs inmoral desde la òptica de la moral burguesa cristiana, es un trabajo como cualquier otro que implica un trato comercial de sexo por una tarifa de dinero, intercambio de placer por una cantidad acordada. El veto moral y social ya no es impedimento para que una mujer que quiera ser puta, lo haga sin miramientos. Una mujer puede hacerse puta por necesidad y presiòn social del medio al no tener otras alternativas de subsistencia; puede hacerlo por voluntad propia, autodeterminaciòn, libre albedrìo, es decir porque le gusta ese mundo y quiere vender su cuerpo al mejor postor. Porque hay mujeres que nacieron para ser putas y les gusta serlo, ademàs porque la naturaleza humana es compleja y descubren lo que desean hacer con sus vidas, ademàs saben que pueden ganar mucho dinero de esa manera, aunque pudieron ejercer otros oficios; en un tercer lugar estàn las mujeres que son prostituidas mediante engaños, drogas y mentiras, luego de ser violadas, con amenazas, intimadas a ejercer la prostituciòn, porque fueron secuestradas y obligadas a ejercer el oficio. En este ùltimo rango, que rompe el molde de lo volitivo y de subsistencia bàsica, para incurrir en un atroz y repugnante negocio de esclavismo sexual como el detentado por depravadas mafias de Asia, Europa y Amèrica. Este caso de esclavitud sexual, no deberìa denominarse prostituciòn en sì, porque la prostituciòn debe entenderse como un acto voluntario. Deplorable crimen que podrìa denominarse esclavismo sexual para ejercer la prostituciòn.
Pero un cuarto nìvel de prostituciòn ha tomado fuerza inusitada en los paìses tercermundistas, la canallesca prostituciòn infantil creada por monstruos enfermos de codicia para hombres sin escrùpulos, pedòfilos, sàdicos y sadomasoquistas, miles de pederastas de los paìses ricos que llegan como cazadores de trofeos de sexo tierno , presas infantiles que saciaràn su lujuria, mundanas expectativa de fuertes y demenciales aberraciones con niñas de diez u once años, y hasta menores de diez años. Este negocio de demonios castradores de la infancia es manejado por poderosas redes mundiales de proxenetismo infantil, con lazos y conexiones logìsticas, vinculadas a sanguinarias mafias de Europa, Asia, Africa y Amèrica. Verdadera calamidad humana de indole monstruosa que supera cualquier espectro lìmite. Algo horripilante, contranatura que sòlo señala el rumbo oscuro, sin regreso que ha llevado al hombre a descomponerse y transformarse como el màs abyecto, sanguinario y miserable depredador que ha existido en todos los tiempos sobre el planeta tierra, no sòlo de los recursos vìtales de la naturaleza para la sobrevivencia de todas las especies, incluida la humana, sino tambièn que depreda, aniquila sin aspavientos èticos y morales, todos los valores de la dignidad y el respeto, que lo condujeron a ser un ser civilizado, por encima de las demàs criaturas y especies de la tierra.
Ha ingresado al tùnel màs oscuro y lòbrego desde su apariciòn en la tierra. La prostituciòn forzada de niñas es otro demencial negocio que crece como incendio infernal, alimentado por un combustible altamente inflamable, cuàl es la lenta pero inexorable extinciòn de la moral y ètica humana; insaciable y creciente codicia del hombre hacia el dinero y bienes materiales. La ruptura del hombre actual con las barreras èticas, y lìmites morales, le quitaron la màscara de bestia feroz, dejàndolo tal cuàl es, criatura asesina poseìda de lujuria, proclive a los placeres y sensaciones màs insopechadas y escabrosas.
En un mundo convulsionado, globalizado en estrategias comerciales y estandarizado por marcas y estratificado por etiquetas de calidad, soporte maquillado de la estètica y el interès econòmico sobre otros valores, tambièn se ha establecido la estratificaciòn en el mundo de las putas. Ahora hay putas de alto estrato, de estrato medio y las puticas de clase baja. La prostituciòn se ha transformado en un fabuloso negocio para las niñas bien de los estratos altos, fuente de cuantiosos ingresos para las arribistas y trepadoras sociales de clase media. Rentable negocio manejado por astutos y ambiciosos intermediarios mediante pàginas web, redes digitales y virtuales de promociòn con insinuantes catálogos de las bellas e insinuantes modelos, chicas universitarias y profesionales. En el medio colombiano se les llama a las universitarias, a las que poseen tìtulo universitario, modelos y actrices que ejercen la prostituciòn, mujeres prepago. Pero en esta escala de putas prepago, tambièn hay presentadoras de televisiòn, diversas profesionales y un amplio pièlago de mujeres vinculadas a la fràndula y medios de comunicaciòn. Ante la demanda y copiosos ingresos dejados por esa actividad, se han vinculado incontables jovencitas estudiantes de bachillerato, incluyendo menores de edad. Esta fauna femenina tiene una alta demanda entre altos ejecutivos de multinacionales, acaudalados inversionistas, pròsperos comerciantes e induatriales, y por supuesto el gremio de los traquetos, narcotraficantes y capos del crimen organizado. Èstos son los que mejor pagan los servicios de èstas mujeres porque aunque algunas se resisten, en un principio y no desean hacerlo, les ofrecen altìsimas sumas de dinero. Se obsesionan de tal forma con alguna actriz, modelo o presentadora de televisiòn que les obsequian costosos apartamentos, lujosos autos y joyas. Al fìn èstas ceden, lo que las convierte en prostitutas simuladas. Algunas quedan enganchadas en ese mundo porque descubren la mina de dinero que pueden explotar vendiendo sus cuerpos.
En en el calamitoso e infortunado ambiente de pobreza y miseria del mundo, el lastre que implica ser pobre, sin oprtunidadades; modelo milimètrico de exclusiòn social y econòmico de los circuitos del progreso y la riqueza, edificado con la perversa metàfora de ricos y pobres, feos y bonitos, talentosos y brutos, tampoco las putas se escapan a esta estratificaciòn demonìaca. Hoy hay putas de alto nivel social para los adinerados y nuevos ricos, porque sòlo ellos podrìan pagar sus altas tarifas; putas de estrato medio para profesionales, burocràtas, comerciantes y empresarios en ascenso social y econòmico. Y en la ùltima escala, estàn las tristes puticas de los barrios miserables, las desplazadas por la violencia del campo, las niñas empujadas a la prostituciòn para no morirse de inaniciòn; puticas escapadas de hogares de infierno, miseria, maltrato, hambre y violaciòn sistemàtica por parte de padres, hermanos y padrastros.
Putas de alto vuelo que intiman con capos y poderosos hombres de negocios, obteniendo altas cantidades por sus servicios y las que estàn en el estrato medio, que sueñan y luchan por llegar donde han llegado las putas de alto vuelo, las que sòlo se acuestan con hombres ricos. Y las puticas callejeras de todas las edades que con su mìrada triste de desamparo y hambre, se ven en los atrios de las iglesias, en los sectores màs deprimidos de las ciudades, recorriendo las calles en frìas noche de abandono y peligro, buscando con desespero un ocasional cliente, casi siempre un borracho impotente y agresivo. Putas y puticas; las primeras cosechan con su sexo, el ascenso social y la posible riqueza que no obtendrìan de otra forma, las otras; desamparadas puticas sin futuro que apenas intentan ganarse unos pesos para pagar el alquiler de un miserable cuarto de hotel de quinta categorìa, sufragar un plato de comida en un restaurante popular y el resto, sì acaso les queda, serà para dàrselo al amante de turno o al rufiàn alcahuete de siempre, otro tanto serà para comprar droga y alcohol y hacer menos dolorosa su desventura de haber nacido pobre para volverse puta.
26 de septiembre de 2013
COLAPSO Y TRAGEDIA DEL CENTRO DE MEDELLIN.- Parte. I.-
¿Han pasado tantos años para que varias generaciones quedaran borradas de lo que fue su epicentro de vida social, econòmica y cultural ? Debieron pasar muchos años de ausencia para darme cuenta de la destrucciòn arquitectònica , social y cultural de un ambiente que cobijò todo un universo de vida e interaciòn social de varias generaciones de medellinenses. ¿Pero cuàndo empezò ese horror de miseria y descomposiciòn social que hoy por hoy es el centro de una ciudad, en otra època, recatada; de personas amables y cultas, bien vestidas o al menos limpias y de una compostura intachable?
La respuesta no es difìcil porque basta mirar los efectos de la plaga del narcotràfico que desintegrò toda la estructura moral y social de Medellìn para obtener la respuesta Tantos años transcurrieron para que el centro de Medellìn se convirtiera en antesala del crimen y el caos, hàbitat decadente de una subcultura de hambre, guetos de hombres desechables, sectores estratègicos en manos de traficantes de droga que expenden las veinticuatro horas, todo tipo de drogas, desde las màs blandas hasta sofisticadas drogas de ùltima generaciòn. Mendicidad azarosa y en espiral de crecimiento demencial; amplio lupanar de calles nauseabundas y ollas de vicio invadidas de puticas de diez, doce y trece años, ademàs de la prostituciòn de muchachitos de edades similares a las de las adolescentes. Chiquillos sodomizados dìa y noche, por una tarifa de unos pesos, en sòrdidos hoteluchos con olor a carroña. Explotados por infames proxenetas de alcantarilla, muchas veces bajo la complacencia de padres sin alma. Centro de Medellìn, de apuñalamientos sin tregua en riñas y constantes atracos, raponazos, estafas y hurtos, calles santuario de carteristas, ladrones cosquilleros y bandidos de todas las pelambres; calles del centro de Medellìn con olor a sangre, desafìo a la muerte; atmòsfera densa con fragancia de grasa, expelida de decenas de ventorrillos de fritangas y todo tipo de comida popular, calles sucias y peligrosas con aire de olvido, transitadas por hombres y mujeres tristes, miserables, sin brillo en los ojos, tras un horizonte vacìo, impregnados de miedo y desesperanza.
La calles del centro de Medellìn, sus edificios, locales comerciales, antros de mala muerte, casinos, bares de streap tease, salas de masaje, y diversas edificaciones son mùltiple universo de un intrincado mundo subterràneo de crimen, oscuros negocios de todo tipo que tienen como base los delitos menores que poco a poco han ido creando y sosteniendo una compleja como densa red de crìmenes y delitos de mayor alcance, lo que ha culminado en una sòlida estructura piramidal de crimen organizado, con un nefasto antecedente de creaciòn històrica con el Cartel de Medellìn. Hoy su desmonte como mafia local ya consolidada y con una tradiciòn arraigada en la ciudad , es una empresa casi imposible porque su arraigo y penetraciòn en los estamentos polìticos, sociales, el poder de corrupciòn en el aparato judicial y policial local, es poderoso e imposible de extirpar, aspecto que la ha convertido en una poderosa y letal mafia local estilo napolitano. Los distintos alcades de la ciudad, los jefes de policìa, los jueces y fiscales, los polìticos y las èlites de la ciudad, todos a una, negocian, cohonestan, aceptan y conviven con este complejo càncer social. Es màs pràctico y provechoso para los nombrados cogobernar con una mafia local tan poderosa que combatirla o intentar exterminarla. Fenòmeno social ocurrido en una ciudad, hasta hace unas pocas dècadas de estirpe parroquial, sociedad santurrona, rezandera y sexualmente reprimida por el fèrreo dominio clerical.
Las calles del centro de la ciudad son punto de encuentro y desencuentro de una tenaz lucha de subsistencia de miles de personas que viven de la ventas ambulantes; miles de deseperados que luchan de sol a sol para ganarse unos cuantos pesos para medio subsistir. Lo que denominan "el rebusque". Calles por donde apenas se puede caminar, andenes y calles congestionadas de angustia, desempleados, bandidos y fracasados; panorama de hambre y desesperaciòn, donde se exhiben por doquier mercancias baratas de contrabando ofertadas como si se implorara una limosna con la consabida consigna: -"Colabòreme patroncito que es pa`` la comida, vea que hoy no he vendido nada"
El centro de Medellìn es un desigual caleidoscopio de descomposiciòn social, los andenes, estrechas calles y caòticas pertenecen a pequeñas y grandes mafias que se apropiaron de ellas para alquilarlas y feriarlas a cientos de hombres y mujeres que se malganan la vida vendiendo toda clase de objetos y chucherìas. Escasas son las calles y andenes que no tienen dueño a quien se debe pagar un impuesto diario, semanal o mensual para acomodar toldillos, tendidos, carritos de tracciòn humana, carreteillas, parapetos de madera o cajas de cartòn donde instalan sus comercios de hambre y pobreza. Cada calle, esquina, andèn, resquicio, porche, parque o atrio de Iglesia de la ciudad està en manos de vendedores, y èstos a su vez son manejados por pequeñas mafias que se apropiaron de èstos espacios pùblicos para vigilar sus otros negocios sucios y devengar otras rentas por el derecho que deben pagar obligatoriamente los vendedores, so pena de ser desterrados, golpeados, torturados, robados y en casos peores, desaparecidos y asesinados.
El centro de Medellìn es una peligrosa àrea urbana, congestionada; donde confluyen todas las variables del delito; santuario de bandidos con oficinas de medianos y pequeños capos del sicariato, la extorsiòn, la usura, el atracaco; inversionistas de todo tipo de negocios sucios donde las utilidades son tan elevadas como alto es el riesgo.
La imagen de aquel centro de Medellìn amable, de calles seguras, elegantes almacenes y gentes bien vestidas y decentes quedò en el olvido. Bares, cines y restaurantes respetables quedò sepultado El centro de la ciudad quedò en manos de peligrosos hampones que se disputan a sangre y fuego las utlidades que renta la ilegalidad y el crimen. El resto, las sobras es para los indigentes, el lumpen vestido en harapos que se arrastra por el centro de la ciudad buscando una moneda para adquirir una dosis de alcohol ,marihuna, bazuco o pegante.
El aspecto màs desolador que he visto en ciudades ruinosas y decadentes, lo he observado en el centro de Medellìn cuando empieza la noche y se intensifica con un elevado nivel de miedo y aprehensiòn cuando el reloj marca màs de las ocho de la noche. En las grandes y bellas ciudades del mundo, la noche abre un abanico de aventura, lujo, confort; la ciudad y la noche son sinònimo de alegrìa y diversiòn. El centro de Medellìn es la antesala de la miseria, la oscuridad y la màs grande tristeza invade las calles y todo el entorno, cuando apenas son las nueve de la noche. La ciudad entra en agonìa y soledad como pocas veces puede verse en lo que antes fue animado centro de vida nocturna. Los alrededores del centro y su nùcleo son azarosos, producen depresiòn y ganas de salir corriendo ante la amenaza de fantasmas o seres monstruosos. La ciudad asusta. Es tètrico y miserable el espectàculos de ver a cientos de mendigos, desechables, drogadictos, bandidos de rostros patibularios, asesinos drogadictos, marginales sucios y hambreados; seres desastrados con un raro brillo de furia y decisiòn en los enrojecidos ojos, deambulando como hienas y lobos en busca de algo para comer entre las basuras, mirando con ahinco las sucias calles, anhelando una mìsera moneda o un billete perdido, husmeando cerca a cafeterias y expendios de comida, implorando algo de comer, esperando con ansiedad las sobras dejadas por los comensales. Acechando una potencial presa para atracar o dar un certero raponazo. La calles quedan casi desiertas. Todos huyen con espanto. Los empleados, oficinistas, empresarios, funcionarios pùblicos y comerciantes, saben que la noche en el centro de Medellìn es de miedo porque asusta su desolaciòn, su aspecto miserable y decadente; las calles, los andenes, las pocas plazoletas y parques quedan en poder de hordas de menesterosos ylegiones de cuchilleros, de atracadores y delincuentes de diversa peligrosidad. La oscuridad llega y caminar por el centro de Medellìn puede convertirse en una interesante aventura para constatar la decadencia de una ciudad o la incierta tragedia de ser atracado y apuñaleado sin misericordia por robarte unos pesos.
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