4 de octubre de 2013

HOMBRES APLASTADOS

Los hombres aplastados son aquellos seres que perdieron su apuesta con la vida. Esos hombres que se ven en los parques, sentados sin mirar a ninguna parte, existen sin saber què existen, son los hombres aplastados por la vida, aplastados por el sistema econòmico;  vencidos por el raudo aparato productivo del   èxito y la prosperidad; aplastados por la infernal aplanadora de la tecnologìa y su adictiva compulsiòn de estar a la  moda por presiòn de la masa,  la publicidad anestesiante y lavadora de cerebros dèbiles;  hombres y mujeres que no lograron integrarse al circuito de los ganadores ni pudieron  ser registrados  en la cadena productiva de los èxitosos, intentando sobresalir en la maraña de comptencia, producciòn y consumismo que marca el sendero de millones de seres  en el mundo.

Hombres aplastados se encuentran por las calles caminando sin rumbo definido. Dan vueltas en cìrculo sobre los mismos sitios que ya anduvieron, dejando  en ellos impresiones profundas, quizàs el olvido en que pronto se convertiràn. Estos seres tienen una aura apagada. Son seres sombrìos.  Cuando se les mira a los ojos, se les nota las miradas apagadas. Sus ojos no tienen brillo.  Proyectan una tristeza infinita en sus rostros,  gestos y actitudes. Por regla general la edad de estas personas es imprecisa. Usan ropas de colores apagados, de tono grisàceo. Son seres intemporales. No parecen pertenecer a ninguna època. La moda nunca los tocò porque son inmunes a su tiempo. Son los hombres y mujeres invisibles que tiene cada ciudad del mundo.

Un hombre aplastado lo es porque no quiere luchar para lograr nada màs que lo bàsico para subsistir. Porque tampoco su capacidad, su intelecto y talento le da para surgir.  Un hombre o mujer aplastado tambièn lo es porque su esencia  misma, el brillo de su ser es tan tenue y apagado que jamàs podrà brillar en el firmamento del èxito y oportunidades de la tierra. Muchos de los hombres y mujeres aplastados tampoco surgiràn en nada importante asì lo intenten. Ellos estàn marcados para ser hombres aplastados. No les interesa la polìtica, ni la cultura, ni el deporte. No les interesa en particular nada. Sòlo quieren existir, vivir. Adaptados como tìteres mansos al engranaje monstruoso del Establecimiento con sus tentàculos infernales de la publicidad en una sociedad compulsiva por consumir, producir y  "ser felices"  en la molicie de los objetos y comodidades modernas.  Tampoco el hombre aplastado tuvo la capacidad de integrarse al mundo de los negocios, el arte u otra actividad sobresaliente. Al considerarse un hombre no apto para actividad alguna, èste tipo de individuos se vuelve alcohòlico,  drogadicto o  cae en ambos estados. Nacen, viven, producen, consumen y mueren en un un tipo de marginamiento social que a los poderosos del Sistema Econòmico  y el  Establecimiento les conviene mantener.

 Los hombres aplastados son un grupo social marginal. Cuando hay guerras devastadoras,  de gran intensidad  bèlica,  mueren por millones. Quedan en el registro inmoral de la historia como duras y sangrientas  tragedias humanas y punto.   Pero en el fondo ni a los historiadores, ni a los polìticos, ni al Establecimiento, ni a nadie en particular le importa que hayan muerto miles o millones, da lo mismo; son simples hombres aplastados.  Son sòlo nùmeros en las estadìsticas. Siempre seguiràn reproducièndose por millones en todas las èpocas y generaciones. Siempre seràn reemplazados por otros millones de hombres aplastados. Sòlo sirven e interesan  para que la producciòn, la plusvalìa maligna del capitalismo no se detenga y los  trust no dejen de enriquecerse cada vez  màs.  Y  ejecuten los oficios màs bajos y oscuros de la sociedad industrializada.  Son los peleles de la socorrida y mil veces  alabada democracìa, estùpidamente idolatrada  por los medios de comunicaciòn del mundo.

El hombre aplastado se convierte en el hombre marioneta que utilizan para  la guerra como carnada y para la polìtica como idiota ùtil y descerebrado.  Es usado  por los polìticos inescrupulosos que idiotizan aùn màs y manipulan a estos individuos a su antojo. Son el mayor caudal de votaciòn para que subsista la farsa de la democracia porque no obstante la escasa capacidad intelectual de estos seres para decidir con criterio propio e independiente, su voto en las votaciones  sì es vàlido  y legal politicamente. En el fondo, los partidos polìticos deciden el destino de las naciones con la ayuda de estos idiotas ùtiles, hombres aplastados. Los hombres aplastados tienen derecho a elegir y eso lo saben muy bien los mañosos y corruptos polìticos de turno. Los hombres aplastados no brillan en nada ni aportan nada a ninguna actividad. Son individuos que cumplen actividades simples, humildes oficios, trabajos sencillos para los que no se necesita conocimiento alguno,  excepto sentido comùn. Quizàs saber escribir y leer pero no un conocimiento especializado. Ellos jamàs tuvieron la oportunidad ni se preocuparon por  saber lo que querìan en sus vidas.

El medio en que nacieron y se desarrollaron, tampoco les dio  oportunidad de alcanzar una vida brillante y destacada.  Nacieron aplastados y aplastados moriràn en  un perverso juego del destino, escabroso azar de vidas condenadas al fracaso.  Son seres invisibles para la sociedad porque son apenas un nùmero, una frìa y seca estadìstica en  el censo electoral  y de poblaciòn. Algunos logran jubilarse como obreros, dependientes de oficios varios o funcionarios pùblicos de  ìnfima categorìa. Son como sombras que se arrastran por las calles y andenes de las ciudades sin mayor propòsito que existir porque nacieron  para ocupar un espacio. Sòlo ocupan un espacio fìsico porque la dimensiòn espìritual de sus almas, ya està muerta.

Los hombres aplastados estàn en todas partes. Son individuos que estàn en el mundo por aquellas circunstancias del destino y el proceso evolutivo de la especie que no selecciona las especies en un proceso de perfecciòn sino  con una forma aleatoria de la biologìa sin establecer quien serà triunfador,  hombre pensante;  individuo brillante, ciudadano analìtico e inteligente no manipulable por el Establecimiento,  polìticos y  multinacionales con sus perversos sistemas de propaganda, alienaciòn, embrutecimiento y adoctrinamiento colectivo, en comuniòn con la Escuela, la  Religiòn y las Fuerzas Armadas del Establecimiento. El hombre aplastado es el perdedor oscuro de la sociedad moderna, su papel aunque insignificante, sostiene en muchos aspectos, el maquiavèlico orden de las instituciones pùblicas y privadas del mundo.


SOCIEDAD SUPERFLUA Y VANIDOSA

La modernidad ha llegado acompañada de nuevos vicios, costumbres equivocadas, instauraciòn de modas y  nuevos conceptos culturales tan osados como ilògicos. Ha sido tan vertiginoso el avance de los ùltimos treinta años que  la cultura de occidente, la moral y ètica,  han sufrido cambios absolutos, dràsticas transformaciones y no pocas deformaciones de lo aceptado como modelo de vida y comportamiento en otra època.
Asistimos al espectàculo de una sociedad transtornada en las costumbres, condicionada por cambios tan ràpidos como coyunturales. Ya nada es permanente. Lo que era moda ayer hoy ya es obsoleto. Los sofisticados instrumentos de comunicaciòn,  modernos equipos de entretenimiento, toda la gama de electrodomèsticos se vuelven anticuados en dos,  tres años, quizàs menos.  La tecnologìa no tiene reposo pero tan poco la magaempreas industriales que los fabrican por millones, en minutos para alimentar un capitalismo salvaje que  devora en dècada las entrañas y recursos de la tierra. Los recursos de la tierra, flora, fauna y minerales que tardaron millones de años en formarse, el capitalismo los està devorando y destruyendo en  pocos años.

El  demencial afàn de aumentar las utilidades,  ampliar mercados, desplazar a la competencia, ha convertido a las multinacionales en monstruosas fàbricas de  de objetos,  en apariencia para beneficio  y utilidad del hom bre moderno. Pero son sòlo artefactos novedosos que idiotizan y estandarizan màs al hombre.   Esos equipos e instrumentos son  tan fugaces  y desechables que las personas no terminan de adaptarse a un nuevo adelanto tecnico, cuando ya se ha inventado uno màs moderno y avanzado que el anterior. Dejando al comprador desorientado, frustrado.  Con ansias de comprar el de ùltima generaciòn  recièn salido al mercado.

El vèrtigo moderno,  ha hecho  de la   existencia  algo  dramàtico,  incierto.   El  hombre vive en una locura de tiempo y espacio. La ciencia y la tecnologìa avanza en  forma  inusitada,  caòtica. Las vibraciones del planeta son màs ràpidas. la rotaciòn de la tierra no es la misma cuando èramos niños. En las dos o tres ùltimas dècadas el planeta avanza con mayor celeridad en su rotaciòn planetaria, lo que ha pootencializado y aumentado el ritmo vibracioinal en la naturaleza pero especialmente en la conducta del hombre. El planeta gira en frecuencias màs avanzadas y complejas lo que està produciendo cambios dràsticos y asombrosos en todos los aspectos de la vida diaria.   Las  mutaciones genèticas, cambios hormonales, bruscos cambios en la naturaleza, el clima.  El comportamiento mismo del hombre ha entrado en uno de los perìodos màs oscuros y tenebrosos de toda la historia humana.  ¿Degeneraciòn de la especie humana, degradaciòn antinatura,  cambios que anticipan una nueva era, què està pasando con el hombre, la tierra y todo lo que implique la mano del hombre?

Algo sì puede afirmarse: el dìa ya no dura veinticuatro horas. Ahora los dìas son màs breves.  Son cuatro, cinco o siete horas màs cortos.  Diversos  cientìficos  lo afirman aunque otros lo desmientan. Algo està pasando y ese algo es que el mundo està girando a una velocidad endemoniada y ese cambio de la astrofìsica, ha  provocado  un impulso de locura en  muchos   actos del hombre. Quizàs por allì estèn los indicios que conducen a entender, hallar  razones para explicarse la locura colectiva del hombre actual. Ese estado de frenesì que lo ha llevado a ser un ser cada dìa màs superfluo, vanidoso. Inmerso en una nebulosa de desesperaciòn por despilfarrar la existencia en minutos, dìas o meses que lo hacen vivir con plenitud todas las experiencias y sensaciones posibles,  pero que muy pronto  lo llevan a una muerte prematura, casi siempre tràgica.   Sin que medie un avance normal de etapas y ciclos que son el  proceso  lògico de un ser  complejo como el hombre, con un instinto animal de reacciòn a impulsos; reflejos condicionados,  miedos y amenazas reales o imaginarias.

Estamos enfrentados a un mundo que ya dejò de ser un planeta distante en modas, culturas, hàbitos, noticias, acontecimientos y hechos tràgicos  que nos distanciaban. Ya no.  Los ultramodernos sistemas de comunicaciòn,  y ràpidos medios de transporte, han acercado las antes, aparentes enormes distancias de otra època.   Se hacen tan cercanos los sucesos que transcurren  entre uno y otro  punto del planeta , no obstante existan  miles de kiòmetros que los separen.   Tiene sentido afirmar que  la tierra se ha empequeñecido para las comunidades. Los conceptos de Herbert Marshall McLuhan y su teorìa estrella  de una "aldea global" (global village), ya no son una tesis, sino una realidad.  Estos aspectos  son  el  resultado inequìvoco de  la modernidad.  El avance general, acelerado de la tecnologìa  sobre cualquier aspecto  que  involucre la  presencia omnìmoda del hombre en  la tierra.

Las maravillas tecnològicas estàn acompañadas de la degradaciòn en las  costumbres,  sustituciòn  de  valores, la inmediatez de todos los actos ejecutados por el hombre.  Ha convertido a la sociedad occidental y en poco tiempo al resto de  comunidades que  se resisten al cambio, en sociedades cada  màs superficiales. Que como aspecto paradòjico  avanzan cada dìa màs en lo cientìfico y tecnològico pero se atrasan  y estancan en lo cultural y espìritual.   El  hombre moderno ha alcanzado el nivel màs elevado de tecnologìa en su historia màs reciente pero ha caìdo en las màs deplorable superficialidad, convirtiendo a las modernas sociedades en muchedumbres superfluas y vanidosas.

Viven  bajo un sutil pero poderoso mecanismo de adoctrinamiento impulsado por los medios de comunicaciòn, soterrados  intereses  del establecimiento, ocultos  poderes de las èlites financieras e industriales que manejan el planeta, que manipulan el comportamiento y desarrrollo de la sociedad actual. Este aspecto transforma cada vez màs a la sociedad en una muchedumbre superflua, cuyo màximo proyecto de vida es poseer objetos  que la tecnologìa fabrica en serie,  por  miles de millones.  Que en pocos meses ya seràn obsoletos. Material reciclable para continuar en la endemoniada megraproducciòn de objetos y artefactos màs modernos. Supuesta "ùltima generaciòn de tecnologìa de punta"  pero que en poco tiempo volverà a ser obsoleta, para continuar el ciclo de locura productiva y consumista  sin fìn.   Delirio dantesco de producciòn cuasi perpetua.

Objetos y artìculos que la poblaciòn cree  necesitar de  manera imprescindible para vivir. La  presiòn  social se hace tan intensa que este mecanismo de adoctrinamiento masificado, empuja al gran colectivo a comportarse como seres estandarizados, sin decisiòn propia.  Sòlo quieren comprar obljetos de ultima tecnolgìa. Artefactos  quizà sin sentido, absurdos pero que las poderosas y subliminales  campañas publicitarias,  manipulan  en las dèbiles mentes  de la poblaciòn  para adquirirlos como  fundamentales para  su vida

Cuàntas mentiras engendradas  han producido  una generaciòn de personas dependientes absolutas de los ùlltimos lanzamientos de la tecnolgia,  sin importar el sacrificio, los costes.  Las deudas e innumerables  horas//dìas de trabajo que deberàn cumplir para costear  las costosas  e innesarias adquisiciones.  Convertidas en  esclavitudes modernas,  vidas sin sentido para trabajar como esclavos para satisfacer las  compulsivas adicciones  hacia  las modernas tecnologìas.
Observamos   a millones de jòvenes intoxicados de modas superfluas, barnizados de  vanidad carente de fondo existencial.   Sociedad moderna sometida al màs  feroz e inmoral maniqueismo comercial, cayendo  sin reflexiòn  ni  anàlisis en  una  demencial y asfixiante necesidad creada por embrujadoras campañas publicitarias.   Para que la juventud  compre, y  consuma  hasta el despilfarro,  hartazgo   de cosas, objetos   que nunca  necesitarà  para vivir  y comunicarse con los demàs. Ahora la juventud està màs aislada,  màs solitaria y desdichada que en todas las èpocas no obstante disponer de ultramodernos equipos  de comunicaciòn, con los que poco se comunica porque  carece de espiritualidad y sentido de vida para expresar sus emociones.  Su vacìo existencial  es cruel  y patètico.  En contraposiciòn, se aisla màs, viviendo una soledad màs intensa. 

La tecnologìa ha purificado al hombre hasta convertirlo en un objeto desechable que se cambia, tira, explota; desecha, utiliza.  Se recicla y  moderniza sin cesar  como  millones de artefactos, equipos y demàs instrumentos que se fabrican sin descanso  para alimentar el  capitalismo voraz, brutal e insaciable. Terrible encrucijada vive el hombre que no puede detener tan espantosa magaproducciòn porque se detendrìa el mundo y los efectos serìan devastadores en la economìa global.  La vida cotidiana de miles de millones de hombres  sufrirìa  un irremediable  colapso. Quizàs serìa la gran revoluciòn que el planeta necesita  La primera  gran revoluciòn de la postmodernidad del siglo XXI.
 Pero  la tecnologìa logrò otro milagro de retroceso que ninguna revoluciòn obtuvo:  Estandarizò al hombre. Lo transformò en un ser seriado, sin voluntad. Manso y obediente de todas los inventos ùtiles e inùtiles   vomitados  por  la industria. Sin conciencia ni capacidad de  decisiòn  para cambiar la historia. El hombre moderno quedò deslumbrado e idiotizado por tanta tecnologìa.  Pero claro, la sociedad es ahora la  màs superflua y vanidosa de cuantas ha tenido la especie desde su advenimiento en el planeta tierra y esto mantiene muy tranquilos y satisfechos a los grandes magnates, banqueros y lìderes secretos  que manejan al mundo, con hilos de titiriteros infames.




2 de octubre de 2013

VIDAS BELLAS Y FELICES

La vida, la vida que realmente deberìa vivir el hombre no es esa   imagen recreada, maquillada,  de una joven pareja,  representada en  pòsters, vallas publicitarias, folletos y lujosas revistas de vivos colores, alta definiciòn policromàtica con fotografìa de gran calidad, donde aparece ademàs de la joven pareja, dos niños, casi siempre rubios; de sonrisas inmaculadas,  representando una comedia de   felicidad de ensueño.  Tambièn los supuestos padres aparecen con sus sonrisas de lujo:  dientes blancos, de belleza perfecta;   rostros de seres plenos,  vidas realizadas. Caras frescas, donde se lee una breve pàgina de vidas satisfechas  con la vida y el medio que les diò  poder y  riqueza. Las imàgenes de esas  publicaciones son casi siempre de   familias blancas,   rasgos  caucàsicos. Por regla general todos   tienen  ojos azules y cabello rubio.  Màs parecen àngeles maniquìes vestidos con ropa de marca que seres humanos reales.

Esa  tìpica imagen de  familia feliz, sirve como plataforma para exhibir un amplio y lujoso apartamento estilo penthouse, localizado en un moderno edificio de avanzado diseño. Tambièn exhiben amplias y lujosas casas de estilo campestre en conjuntos cerrados y condominios exclusivos.   Las construcciones  estàn  rodeadas de amplios espacios verdes, florecidos jardines,  fuentes de agua  como ornato.   Amplia piscina rodeada de tumbonas para tomar el sol  y  coloridos parasoles    para solaz   de los residentes. Son edificios y casas  de ensueño donde no falta ni sobra nada porque fueron diseñados por arquitectos y diseñadores de interiores, que asocian la felicidad moderna con el  èxito econòmico, unido al  lujo, el confort y la belleza artificial en sectores campestres.

Vida plena  y feliz  asociada a una naturaleza exuberante pero que es màs un adorno porque en esta naturaleza no acecha el peligro. Entre  aquellos  jardines florecidos,  inmensos àrboles de prodigiosa umbrìa, no hay bichos repugnantes. No hay fieras  depredadoras. No hay serpientes ni aràcnidos venenosos. En esos bosques sòlo hay pàjaros,  agradable vegetaciòn  que  protege del lejano y agobiante sector urbano, donde reina la  contaminaciòn, ruido y masificaciòn en todos los  aspectos.   En  aquellos bosques prefabricados, o al menos las construcciones edificadas entre esos bosques de ensueño, la intenciòn es crear una imagen de  modernidad entre una fresca naturaleza rodeada de flores y pàjaros.  Lo  màs parecido  a un paraìso, diseñado por  creativos  arquitectos que saben  que el  mercadeo de la  naturaleza y confort,  en  apartamentos lujosos  y  modernas casas, es un magnìfico negocio que se vende muy bien.  Los  urbanistas, decoradores y arquitectos han  inventado una receta de la felicidad  con lugares boscosos, protegidos  y vigilados por empresas de seguridad que aislan  esos sectores residenciales del resto del  mundo.

 Lejos del peligro y las acechanzas del mal. Lejos de la plebe, muy alejados de la fealdad y la pobreza.    Distantes de la suciedad,  la gente vulgar, fea y pobre. En ese edèn sòlo pueden vivir parejas con hijos hermosos  y sanos,   con  finas facciones caucàsicas.    Mundos ideales, de parejas bellas, familias felices.  Jardines de ensueño. Autòmoviles de moda,  de alta gama, marcas exclusivas.  Piscinas  climatizadas, rodeadas de esplendidos jardines.  Jardines infantiles con juegos y equipos exlusivos para niños.  Àreas deportivas con canchas de tenis, squash, modernos gimnasios.
Ese mundo perfecto  serà habitado por  gente bien,  personas lindas y exitosas de la sociedad. Allì jamàs viviràn  personas de ingresos bajos, los  perdedores   del sistema. Acaso conoceràn esos sitios pero como jardineros, guardaespaldas, siervientas, choferes,  vigilantes u oficios varios.   Estaràn en las inmediaciones de aquel mundo pero como  lacayos.  Convidados de piedra  a un mundo donde  seràn  invisibles.  No podràn pertenecer a ese  lugar de ensueño en forma real.  Sòlo seràn  la servidumbre de los  triunfadores de la sociedad.

 
 Los pòsters y revistas  estandarizados en  diversos  paìses del mundo que idealizan y venden  aquel modelo de vida feliz  por parte de empresas inmobiliarias y constructoras,   està  dirigido al privilegiado sector de los triunfadores del Establecimiento.
 Campañas publicitarias  de  èxito  creadas para  las clases emergentes:     Nuevos ricos,   recièn graduados y   triunfantes profesionales.  Polìticos  enriquecidos en el estercolero de la corrupciòn estatal.  Acaudalados  inversionistas, comerciantes y hombres de negocios de todas los sectores.   Nuevos ricos  con  fortunas  de dudosa procedencia,    cuyo origen  nadie  cuestionarà    porque lo  ùnico importante allì  serà el dinero   para costear  aquel   estàndar de vida.
Por ello, esa imagen  en fotos de fina policromìa,  de  suntuosos edificios y elegantes  casas, con  parejas y familias como las descritas, ademàs de las especificaciones tècnicas  como  cantidad de metros cuadrados del inmueble, dotaciòn  de los mismos y àreas disponibles. Asì mismo     sistemas de pago  y formas de financiaciòn,  detalles adicionales como pequeños mapas de localizaciòn  para ubicar  la   propiedad.   Pero lo  interesante para  analizar de esa publicidad, son   los nombres de los conjuntos residenciales, condominios, parcelaciones campestres y edificios en venta asì como las frases publicitarias que los enaltecen a  los ojos de los futuros compradores. Los publicitan como  sucedàneos de  felicidad,   clonaciòn de paraìsos de confort y modernismo.    Fabricados por el hombre, en medio de la naturaleza, al   alcance de los  èxitosos, futuros residentes de aquellos  paraìsos de concreto y  hormigòn.

 Los nombres y   consignas para mercadear las propiedades  son   tan absurdos como ridiculos.   Ajenos a la realidad del medio donde son construidos, por ejemplo en el caso de Colombia, en ciudades como Medellìn, Bogotà y Cali. Pero el fenòmeno se repite en todo el paìs. Y asì es en todo el mundo donde la "estupidizaciòn globalizada" cada vez gana màs terreno   Nombres rebuscados, tan rimbombantes como inverosìmiles.   Desligados de la toponimia local.  Nombres sin  relaciòn alguna  con la cultura,  la geografia,  la historia ni con nada de la ciudad  o regiòn donde son construidos.  La invenciòn  de los rebuscados,  anacrònicos e intemporales nombres obedece màs  a la "brllante  creatividad  publicitaria postiza"  que intenta impactar en los alelados  arribistas, futuros compradores de los inmuebles, con nombres raros pero sonoros. Supuestamente bellos y elegantes pero no son lo uno ni lo otro.    Ridìculos y estùpidos, son reflejo del   terrible karma de la cultura  kitsch,  moda arraigada en una sociedad emergente e inculta.
Obsèrvese con atenciòn una  muestra de los citados nombres:
"Celeste Resplandor Apartamentos", "Monteparaìso del Bosque", "Boavistaperfecta", "Guayacanes del  Edèn",  "Olivos de Felicidad", "Living  Èxtasis", "Polaris Còsmico", "Ibèrica Feliz",  "Cima de Sueños",
"Lemmon Fresh",   "Sol de Paz",  "Campus Infinitus", "Vigo", "Terra Maravilla", "Magenta", "Arboleda Màgica", "Cyprus Inn", "Aviva", "Belaire", "Fìore", "Savia Country", "White", "Marine Lake", "MillauBellagio" "Ìndigo Arrecife" y cientos , miles de absurdos como raros nombres sin lògica ni sentido comùn.

 Innumerables  nombres   con  garrafosos  eslogan  utilizan  para maquillar aquel mundo  perfecto. Verdes e impolutos sectores donde el icono creado como atractivo  ideal de vida, establecido en el imaginario de miles de personas, es hacerles  creer que  la felicidad està a unos millones de pesos de su alcance. Semejante sistema publicitario, ha calado con  tanta fuerza en ascendentes sectores de las clases medias y medias bajas, que  sueñan, luchan y tienen como derrotero de vida   lograr tener  un apartamento o casa en aquellos  bellos bosques y florecidos jardines, donde todos parecen  ser  èxitosos, bellos y maravillosos. Entonces para ellos tambièn  es posible la felicidad.

Lo que miles de personas jamàs entenderàn es còmo  aquellos plàcidos sectores, ubicados casi siempre en la periferia de las ciudades, son mundos a los que ellos  nunca accederàn. Y de lograrlo,  pronto   comprobaràn con amargura  que son mundos donde ellos no pertenecen ni jamàs seràn aceptados.  Fueron creados para personas que  viven una irrealidad social,  su propia  mentira:   porque son seres aturdidos en burbujas de apariencias, bùsqueda desenfrenada de objetos y riquezas,  ascenso social y econòmico implacable; escalera  arribista a la  vanidad de fatuo  esplendor, edificada  sobre el egoismo, la soberbia,  crisis de valores, decadencia espìritual, irreversible  descomposiciòn social. Desoladora insensiblidad e indiferencia  hacia los miserables.      Irrealidad, ficciòn, oportunismo mercantil  e ilusiòn,  pero ante todo la codicia, inventaron esos  microuniversos ficticios de paz,  vidas perfectas de belleza  y felicidad.     Paraìsos artificiales  diseñados por   astutos  empresarios  y codiciosos inversionistas ,  quienes  han  creado   esos  mundos artificiales de  perfecciòn,  felicidad, paz y bienestar.  Para  gentes lindas, la gente  bien de la sociedad. Para parejas recièn casadas  y  con hijos pequeños. Bellas parejas, èxitosas,  optimistas. Las familias maravillosas que rigen los destinos de la sociedad y el establecimiento.    Obsesionadas   por  comprar y poseer   paraìsos de concreto, hormigòn,  màrmol; materiales sintèticos de lujo y  deslumbrantes colores.  Mentiras de felicidad y belleza,  vendidas con ingenio  mercantilista por  intrèpidos agentes inmobiliarios y poderosos grupos de empresas constructoras.

La  gran mayorìa de personas  que lee  esas publicaciones impresas,  a travès de la televisòn,  internet  y otros medios de difusiòn, nunca vivirà ni conocerà  esos lugares, màs que en las lujosas  revistas que obsequian para cautivar a incautos , arribistas, trepadores sociales  y nuevos ricos.  En el fondo, muchos de los habitantes  de las barriadas donde la vida es dura. Cruel enfrentamiento diario con  carencias,  frustraciòn,   exclusiòn social y econòmica , violencia sin tregua.  Los habitantes de aquellos sectores saben que  nunca saldràn de esos densos sectores y aunque  quieran  escapar de esos cinturones de miseria y pobreza  y   anhelen  huir de las crisis del mundo moderno.   Alejarse de la descomposiciòn social   que azota  los congestionados  barrios,  plagados de delincuencia, miseria,  ruido y contaminaciòn. Pero ellos  tienen  la certeza ancestral que jamàs lo lograràn.

Pero para  miles, millones de personas  que continùan concentradas  en  densos sectores pobres, marginales,  esos mundos bellos y perfectos seràn una utopìa,  remotas fantasìas en vivos colores que siempre veràn  como lo que   son:  una ficciòn vendida para los ricos, los  de alto  poder adquisitivo  y los  trepadores sociales de estrato medio alto  que pelean  a dentelladas, como  pirañas contra tiburones para convertirse algùn dìa en personas ricas y poderosas.  Para  los excluìdos serà  una realidad extraña pero bonita.  Tan lejana que  serà un sueño, un sueño y nada màs.   Bien diseñada  aunque parezca mentira, pero  una verdad lejana a ellos.  Un sueño de mentira.   Pero para  los que creyeron en  ella y lograron comprarla, serà una policromosa mentira como tantas  que compran,  mandan a  fabricar o buscan  la publicidad para que se las invente.   Lucrativo negocio que   enriquece cada vez màs  a otros ricos, que tambièn inventan, negocian, mercadean y promocionan mentiras y màs mentiras porque sus vidas son tambièn  una mentira que produce fortunas.    Con los sueños, vacìos existenciales, traumas,  complejos sociales  y pesadillas de los demàs.

Perversa pero lucrativa empresa de inventar y promocionar el ideal de felicidad en amplios apartamentos y espaciosos lugares donde  muy pocos podràn vivir. Aquellos empalagosos nombres de los edificios,  unidades habitacionales cerradas,  conjuntos residenciales, parcelaciones exclusivas, son como un antìdoto que los diferencia,  los hace màs selectos y diferentes a los que no pertenecen   a ese ideal sonrosado de alegrìa y  plàstica bellleza. Zonas  alejadas de todo,  de todos los que no pertenezcan a esa bella y exitosa clase social que està "màs allà  del mundanal ruido".  Establecen con consignas garrafosas como las antes citadas y otras que llaman a una reflexiòn, un  inquietante  condicionamiento social, arbitrario e insòlito que ha llevado  a la sociedad  a extremismos sociales de exclusiòn cada vez màs difìciles  de superar.

" Dè un paso adelante hacia la felicidad"... "La oportunidad para cambiar tu vida"... "Vive, siente y disfruta de un nuevo paraìso"... "Alcanza tus sueños en un màgico jardìn".... "Una nueva vida florece para tu familia"...
"Tu vida renace sòlo en el norte"... "Sièntete tranquilo que los milagros existen y la felicidad està a tu alcance"..."Los sueños hechos realidad sì existen porque nosotros te los construimos para que vivas en el paraiso"...."La  vida te regala momentos inolvidables y tambièn el paraiso puede ser tuyo.  Si quieres comprarlo,  puedes hacerlo  con facilidades de pago......"   


29 de septiembre de 2013

ALGUNA VEZ TODOS TUVIMOS UN SUEÑO

Alguna vez cuando éramos niños,   los adultos no habían  corrompido  nuestra inocencia y la sociedad no había destruido la magia innata de soñar que tenemos cuando  fuimos niños, sonábamos con llegar a las estrellas, al sol,  más allá de las galaxias, para recorrer en una nave maravillosa, gigantesca y poderosa todo el universo, visitar innumerables  planetas, conocer  los habitantes de  esos mundos.   Soñamos con hacernos amigos de  los niños del universo, intercambiar nuestros juguetes terráqueos con los de ellos.  Saborear  los dulces, golosinas y helados más extraños pero deliciosos de aquellos planetas.  Tan distantes pero tan cerca de nosotros por nuestra prodigiosa imaginaciòn de  lograr viajar en segundos, con el poder de nuestros sueños.  Alguna vez todos tuvimos un sueño, quizás en la niñez, en la adolescencia, en la edad adulta pero tuvimos un sueño.... muchos sueños se cumplieron, otros  en parte. O jamás ninguno pudo cumplirse....     

Si no tuvièramos la posibilidad de soñar  con la capacidad racional que disponemos, seriamos tan estúpidos como las vacas;   tristes como las mulas, elementales como los cerdos, anodinos como las gallinas, con la diferencia que los anteriores son irracionales.   Sólo obedecen a un instinto primario. Pero los  humanos además de racionalizar los actos y la realidad, tenemos el privilegio maravilloso, cuasi mágico de soñar, soñar y soñar.  Aquellos irracionales están satisfechos, mansos en su no conciencia de  vida y  existencia. Si aún disponiendo de una poderosa capacidad racional,  carga moral y ética,  con conciencia de nuestros actos, pero con todo ello, no  tuvièramos la facultad de  soñar,  nuestra  realidad sería  más triste y  desolada  de lo que es. ¿Si con la posibilidad de soñar e idear mundos maravillosos, mejores que los  dados por la realidad,  la  existencia es turbia y  ominosa, cómo sería si no tuvièramos la facultad de soñar dormidos y despiertos?  Soñamos despiertos y dormidos con lo que  algún día  obtendremos, con esfuerzo o por azar del destino. Los sueños son como un placebo que apacigua la rudeza   de la vida.  Sueños que se  transforman en realidades, algunas veces con mayor o menor esfuerzo,  lucha  tenaz;  feroz batalla contra todo y contra  todos. En ocasiones, los sueños son  pequeñas batallas que emprendemos en el transcurso de la existencia, en  el  gran teatro,  sueño-batalla de la vida.

Los sueños nos acompañan desde la más tierna infancia, son  còmplices de los juegos de la vida. Cuando creamos un sueño ideal en la antesala secreta de las utopías, ese mundo  ìntimo llamado  universo  de los sueños, conspira para convertirnos en legítimos herederos de la fortuna. Aunque la vida de muchos hombres se  extingue  en la  espera,  fallida   realizaciòn de  sueños  nunca cumplidos.  Los sueños son  alimento intangible de la razón,  acicate del subconsciente y de un mundo dimensional,  que va más allá de la tercera dimensión, donde se desarrolla nuestra vida.  Dentro de ese  triàngulo  se cocinan los sueños del hombre para que su existencia sea menos cruda y miserable. Concebir el complejo mundo del  hombre sin  sueños, sería anticiparnos a una catástrofe de dimensiones colosales.

Aùn así,  hay vidas  acongojadas,  hundidas en un abismo de  oscuridad que  esas existencias padecen con estoicismo singular.   Nacen,  subsisten y mueren sin soñar. Su vida se reduce a satisfacer las necesidades más  elementales.    De ahí hacia adelante,  no existe ningùn escapismo que dulciifique sus marchitas realidades.  Estas vidas no  marcan un rumbo de posibilidades  diferentes a las referidas.   No existe  un deseo de anticipaciòn  a la realidad  que es  el objetivo de los sueños trazados por el hombre. Pobres y aplastadas criaturas que nacen, subsisten en lo elemental, y mueren sin haber soñado en algo superior  a  sufragar las necesidades más primarias.

Del mundo onírico satisfacemos con los sueños la pesada carga de la realidad.   Sacudimos en ese breve intermedio  que oscila entre la vida y la muerte llamado  sueño,  las melancolìas, las  penas y desventuradas historias no contadas de cada hombre. Dormir es aproximarnos a las fronteras abstractas de la muerte pero extasiados en los sueños que tenemos, muchas veces despertamos sobresaltados porque ya no fue un sueño de desahogo lo que vivimos sino la màs espantosa pesadilla, de la que  salimos  con  horror y miedo.  Descargamos las culpas y los remordimientos del inconsciente en el universo onìrico cuando dormimos.  En el  dèdalo  de los  sueños, logramos   desahogarnos con impunidad  de las  màs recònditas aberraciones, miedos y odios. En nuestros sueños  tenemos licencia para  matar, violar, robar, hacer todo el daño posible;  convertirnos en monstruos que  la realidad de nuestro yo superior no nos permitirìa.   Ademàs de  la  barrera  de la moral, los  valores eticos, la educaciòn, amortiguadores culturales   de la civilizaciòn.   Dèbil muralla que nos separa de la barbarie total. En el mundo onìrico, a traves de los sueños, descargamos de nuestro yo profundo,  dolor,  angustia,  ira;  traumas y  frustraciones de seres humanos, sometidos por la cultura, la religiòn y los convencionalismos sosciales. Si no soñàramos cuando dormimos, el mundo hace tiempo no existirìa como civilizaciòn porque el hombre ya lo habrìa incendiado por los cuatro costados.

Del otro lado està el universo de lo sueños  creados  en estado  consciente, forjados bajo la luz de la imaginaciòn e integrados a la hipèrbole de las quimeras, de ahì, convertirlos  en realidad,  hacerlos parte de nuestros anhelos màs profundos, es  leitmotiv que irriga  razones  de vida  a  los hombres. Crear sueños y transformarlos en realidades  concretas,  es tambièn  quid   del hombre sobre la tierra.  Los  sueños conscientes que se tienen en la vigilia, son extensiones de la imaginaciòn que convierte esos sueños en ideas,   proyectos, grandes, pequeñas empresas de la vida.  La vida  es como una moneda que gira y gira en  el  denso  vacìo del destino.  Girando en el azar de   fugaz felicidad,  luto de  tragedia.  Por ello, la vida es una moneda de dos caras: en una faz estàn  los maravillosos sueños del hombre y en la otra, estàn  las màs abominables pesadillas  germinadas  sobre la tierra. Interesante es   saber cuando caerà esa moneda en nuestras manos y con cuàl de las dos fases seremos ganadores o perdedores.    Con las faz de los sueños, habremos ganado pero con la faz de las pesadillas, nuestra suerte estarà echada.  Y  ya no habrà vuelta atràs.


¿Es posible que exista un mundo tan fantàstico, tan fascinante y màgico como el mundo de los sueños en la infancia? Ni aùn con la extraordinaria capacidad teconologica existente   de inventar,  crear y recrear   los màs inverosìmiles sueños;  tumultuosa fantasìa creada por la imaginaciòn del hombre adulto, apoyado por  sofisticados instrumentos tecnòlogicos, nunca la tecnologìa podrìa siquiera igualar el mundo infinito de los  sueños de un niño. Creo que el mundo no se ha desmoronado completamente,  hacièndose añicos,  quedando  el planeta hecho polvo de estrellas,  es  porque los sueños de los niños, con su inocencia,   bondad innata,  poder de creaciòn superior, han evitado el colapso  que tarde o  temprano, harà del planeta tierra una inmensa bola de fuego y destrucciòn.

Cuando alguna vez todos tuvimos un sueño, ese sueño extraordinario fue en  la niñez.  Cuando soñar era parte de la vida. La vida en la infancia  es como  un sueño fantàstico, que va en una burbuja de imaginaciòn y ensueño, donde se construyen sin cesar, hasta el infinito, las màs grandiosas aventuras, donde el  universo es  pequeño y conquistable  para la còsmica visiòn, imaginario perpetuo  que pueden crear a su antojo los niños sin mayor esfuerzo. Y lo hacen con alegrìa  y entusiamo,   sabia  simplicidad de la grandeza.
Alguna vez  dejaremos de soñar porque la vejez, la enfermedad  y las  miserias de la existencia nos  habràn aplastado.   La primera muerte en la  vida de un  hombre, es cuando deja de soñar para convertirse en un ser adusto que no sonrie;  deja de ser niño para convertirse en un  ser productivo y consumidor de mentiras y pesadillas.   Màquina racional de normas, leyes, prohibiciones y responsabilidades,  apego al dinero y a los bienes.   El demonio de la codicia lo pudre y vive como un autòmata,  sin soñar ni mirar jamàs a las estrellas porque matò el niño que alguna vez llevò en su interior.
Siempre, siempre debemos recordar para apaciguar nuestra conciencia herida,  alma en tinieblas;  lenta idiotizaciòn moderna que nos està convirtiendo en hombres seriados,  que alguna vez tuvimos un sueño sobre la tierra, quizàs se cumplio, quizàs no, pero tuvimos un sueño.........




28 de septiembre de 2013

CUANDO LLUEVE EN LA CIUDAD

                                               

La lluvia tiene el raro pero refrescante ingrediente que actúa como  remedio aleatorio de la naturaleza para   cambiar las circunstancias atadas a un orden lineal  y monótono de la existencia. Cuando llueve sobre una ciudad gris y congestionada, invadida de smog, saturada de caos y ruido;  miedo  de los otros a ser atacado o violentado en su burbuja de angustia existencial;  terror a ser atracado, apuñaleado; quizás asesinado.   Prisa por llegar a alguna parte, tal vez  no llegar jamás a  destino alguno. La lluvia es el swich salvador que logra en pocos instantes, detener aquella marcha infernal que significa andar por las calles de una ciudad tumultuosa,   invadida de personas y autos por doquier, de vendedores  callejeros quienes con  minitiendas, microcomercios en carretillas y carritos de madera de tracciòn humana,  bloquean el paso por andenes,  avenidas, esquinas,  parques, accesos a edificios y calles de una ciudad.  

 Las gentes se dispersan aturdidas, con la certeza de huir de algo ineludible  pero presente en su realidad más cercana. La lluvia  cae sin medida ni orden sobre las calles,  autos, edificios y personas, es un medidor de la fragilidad del hombre ante los fenómenos de la naturaleza. Es acaso la lluvia el más sabio y prodigioso mecanismo que tiene la naturaleza para detener por  muchos minutos,  a veces horas,  la frenética agitaciòn del hombre en ciudades  donde no hay respiro para  atenuar el tràfago de la existencia, para aquietar el espíritu y pensar por  segundos:
¿Quièn  soy y qué hago en este mundo, a esta hora,  en esta infernal ciudad  donde nadie me conoce. Soy una cifra, un anònimo rodeado de otros miles de anònimos. Què clase de hombre soy que me siento miserable y solitarios entre miles de seres humanos, obejetos, ruidos y mentiras?

 Los  seres humanos  están  aferrados a la compleja como discutible  comodidad de la vida moderna, son tan  débiles para resistir las inclemencias del medio.  Cuando cae una lluvia torrencial, sienten la aprehensión de lo desconocido porque no leen el verdadero significado de la lluvia. El hombre actual nacido y criado con los ropajes  de la modernidad,  hospitales  de primer nivel, servicios pùblicos òptimos,  comida fresca en los supermercados,  un comercio provisto con lo  necesario para satisfacer las necesides,  en sìntesis, todas las  necesidades  cubiertas,  es  un hombre desdentado, castrado para enfrentar las fuerzas brutales  y puras de la naturaleza. El hombre està convertido   un ser pusilànime, cobarde,   si tuviera que enfrentarla sin los medios tecnòlogicos que dispone, su  sobrevivencia serìa muy dificìl porque el ser humano moderno perdiò  el magnetismo natural, anulò su capacidad innata e instintiva para sobrevivir entre la naturaleza, destruyò su aura  natural para adaptarse a una posible naturaleza pura y salvaje.  El hombre es hoy por hoy  un ser  artificial, revestido de mediocridad y plasticidad, contaminado de bajas pasiones, infradotado para ser denominado un hombre  superior,  en su esencia pristina como son los demàs seres irracionales. La civilizaciòn con sus mùltiples artificios tecnologicos, falsas imposiciones modernas, falseò al hombre, hacièndolo un ser dèbil, sedentario;  extraviado, inequivoca tendencia a la  estupidizaciòn seriada,  impulsada por el famoso mundo globalizado.  

Quizà sòlo saldrìan invictos los seres màs aptos y fuertes de   la especie para que èsta no desapareciera. La  mayorìa  perecerìa  como moscas entre una naturaleza virgen e indòmita.  La modernidad castrò al hombre  para ser un guerrero como los antiguos, bendecidos por los dioses tutelares.  Los hombres de hoy,  de las modernas ciudades,  todo les ha sido dado en forma ràpida y fàcil, sin esfuerzo, gracias a   descubrimientos de la ciencia y  adelantos tecnològicos. No saben  de la naturaleza màs que la observada desde sus còmodos sofàs a travès  de la  de mentira televisiva y la ficciòn  del cine.  Huyen aterrados cuando ven una cucaracha, una araña, una rata o un insignificante bicho  de los  que aùn subsisten en  las grandes ciudades.  Y su primer gesto es aplastar el bicho, matarlo para eliminar  la  imagen asquerosa de esa naturaleza lejana y horrible que empaña el sosiego del  hombre civilizado y pulcro.

Cuando llueve  sobre  la ciudad, los hombres  corren aterrados, se sienten nerviosos, amenazados de mojarse, de ser tocados por  infinitas gotas de  agua  que caen   de manera pertinaz de la atmòsfera. En pocos minutos pierden el horizonte que tenìan  trazado para las pròximas horas. El mundo les cambia en segundos. Aplazan, cancelan las citas, diligencias pendientes. Esa compra o reuniòn ya no serà posible por  la lluvia. Si acaso cumplen con los compromisos, llegan tarde  y como los demàs tienen el mismo concepto de la lluvia,   aquèllos tampoco cumpliràn.  Dejaràn de asistir,  postergaràn ese insignificante,  tal vez  vital encuentro porque la lluvia  lo quiso asì.  "Diràn con desparpajo  que fue culpa de la lluvia."  Pocas veces en nuestro medio las  personas estàn por encima del fenòmeno de la lluvia para no eludir un compromiso en una tarde o mañana cualquiera.     Hay personas que no se amilanan ante la lluvia,  aùn en medio de un  diluvio,  llegan  hechas agua pero cumplen con precisiòn  sus obligaciones.      La mayorìa de  personas queda paralizada. La excusa màs propia y extendida en nuestro medio para no cumplir con una cita es argumentar  que  estaba lloviendo.
  
Lo que no puede  refutarse es ver el aspecto  casi màgico de la lluvia sobre una ciudad porque transforma  circunstancias normales para volverlas  hùmeda, fresca razòn  para serenarse,  hacer una pausa en el camino y mirar aunque sea por unos instantes,  el rostro del hombre, de  la  mujer que tenemos en frente nuestro.  La lluvia suaviza las asperezas de la  ciudad aunque saque a flote  aspectos miserables de  injusticia social y  desigualdad econòmica.   Cuando llueve,  el hambre se  siente con mayor rigor,  el deseo por una bebida que caliente el cuerpo es màs  apremiante.  La falta de una vivienda segura y tibia,  carencia de ropa y frazadas adecuadas, potencializan la perversa lìnea ecònomica  que divide una sociedad.     Pero aunque sea paradòjico decirlo, la lluvia aproxima un poco a las personas en el contexto de permitir una interaciòn màs humana,  quizàs generosa en la actitud de mirarla y escucharla con un  poco màs de atenciòn.  Pero tambièn la lluvia evidencia con inusitada dureza, las diferencias sociales y econòmicas extremas de una sociedad. Cuando llueve en forma inclemente sobre la ciudad,  los que sufren con mayor rigor son los descamisados, los desarrapados que no tienen còmo ni dònde resguardarse. La lluvia hace ver con mayor crudeza la  miseria de una ciudad. Asì mismo, cuando  llueve,  es  el  momento màs  propio para pensar en la vulnerabilidad  del hombre, en cuàntas debilidades lo acechan;  momento adecuado para descubrir  el acoso ficticio  y  real  que vive el hombre, inmerso en preocupaciones vanales, quizàs importantes  que lo apartan de las cosas sencillas y bellas de la vida.    Ver llover en la ciudad es tambièn  aproximarnos a una dimensiòn màs espìritual,  para mirar  en nuestro interior y darnos por enterados que somos sòlo unas atemorizadas criaturas que huimos de la lluvia como si fuera una amenaza y no una oportunidad de ver la vida desde otra perspectiva. Bienvenida sea siempre la lluvia sobre la ciudad.

27 de septiembre de 2013

PUTAS Y PUTICAS

                                                      PUTAS Y PUTICAS    

!Cuànto se ha escrito y continuarà escribièndose sobre el mundo de la putas¡ 
Siempre se diràn las mismas frases de cajòn, se volverà a hablar de su problemàtica social como trasfondo de un fenòmeno sociològico de siempre;  han hablado y escribiràn por siempre de la degradaciòn humana, de la utilizaciòn de la mujer como mero objeto sexual.  Asì mismo, se tocarà el aspecto moral y por supuesto de la dignidad de la mujer como ser humano y no vulgar  mercancia.  Se escribirà sobre el negocio del sexo que implica la prostituciòn  pero son  tantas las variables que  el  fenòmeno de la prostituciòn es una problemàtica  màs  del mundo pero  es tambièn un  negocio rentable,  quizàs un  mal necesario de la  sociedad de consumo para aplacar la lujuria y las necesidades sexuales del hombre.   Otra de las abominables fracturas  del capitalismo, degradaciòn  y negocio  del  implacable sistema econòmico,  que explota cualquier aspecto vulnerable del hombre  que pueda  generar  rèditos econòmicos. Porque de no existir la prostituciòn con todas sus implicaciones es  vàlido  preguntarse:
¿Què hubiera sido del mundo occidental sin putas en toda su historia y en la actualidad?

La prostituciòn como tema intelectual es  un asunto demasiado trajinado, tan trajinado como el cuerpo de las putas  mil veces utilizado  en el  ayuntamiento  carnal Pero como nunca, la prostituciòn, no obstante ser un tema aburrido,  monòtono, sin màs interès que para los especialistas o las autoridades que lo estudian, afrontan  y combaten.  Se ha convertido en una pandemia mundial. De negocio clandestino,  de caràcter local  en el paìs donde se ejerciera, repudiado por la moral burguesa y eclesiàstica pero aceptado en la pràctica con el velo de la  hipocresia social de todos los perìodos historicos, la prostituciòn, se transformò en una multinacional gigantesca del crimen internacional  en  manos de poderosas mafias que manejan la postituciòn como macabro pero rentable negocio con implicaciones mundiales,  sucio negocio donde se ejerce el rapto, el secuestro, la coerciòn;   el chantaje, la tortura;  la violaciòn,  drogadicciòn forzada, desapariciòn y  asesinato.

 Pero cuando no està manejado por aquèllas temibles mafias mundiales de proxenetismo esclavo, la prostituciòn aunque suene duro y quizàs inmoral desde la òptica de la moral burguesa cristiana, es  un trabajo como cualquier otro que implica un trato  comercial de sexo por una tarifa de dinero, intercambio de placer por una cantidad acordada. El  veto moral y social ya no es  impedimento para que una mujer que quiera ser puta, lo haga sin miramientos. Una mujer puede hacerse puta por necesidad y presiòn social del medio al no tener otras alternativas de subsistencia; puede hacerlo por voluntad propia, autodeterminaciòn, libre albedrìo, es decir porque le gusta ese mundo y quiere vender su cuerpo al mejor postor. Porque hay mujeres que nacieron para ser putas y les gusta serlo, ademàs  porque la naturaleza humana es compleja  y   descubren lo que desean hacer con sus vidas, ademàs saben que pueden ganar mucho dinero de esa manera, aunque pudieron ejercer otros oficios;   en un tercer lugar estàn las mujeres que son prostituidas mediante engaños, drogas y  mentiras, luego  de ser violadas, con amenazas,  intimadas a ejercer la prostituciòn, porque fueron secuestradas y  obligadas a ejercer el oficio. En este ùltimo rango, que rompe el molde de lo volitivo  y  de subsistencia bàsica,  para incurrir en un atroz y repugnante negocio de esclavismo sexual como el   detentado por  depravadas mafias de Asia, Europa y Amèrica. Este caso de esclavitud sexual, no deberìa denominarse prostituciòn en sì, porque la prostituciòn debe entenderse como un acto voluntario.   Deplorable  crimen que podrìa denominarse esclavismo  sexual para ejercer la  prostituciòn.

Pero un cuarto nìvel de prostituciòn  ha tomado fuerza inusitada en los paìses tercermundistas, la canallesca  prostituciòn infantil  creada por monstruos enfermos de codicia  para  hombres sin escrùpulos, pedòfilos, sàdicos y sadomasoquistas,  miles de pederastas de los paìses ricos que llegan como cazadores de trofeos de sexo tierno ,  presas  infantiles que saciaràn su lujuria, mundanas  expectativa de fuertes y  demenciales aberraciones  con niñas de diez u once años, y hasta menores de diez años. Este negocio de demonios  castradores de la infancia es manejado por poderosas redes mundiales de proxenetismo infantil, con lazos y conexiones logìsticas, vinculadas a sanguinarias mafias de Europa, Asia, Africa y Amèrica.  Verdadera calamidad humana de indole monstruosa que supera cualquier espectro lìmite.  Algo horripilante, contranatura  que sòlo señala el rumbo  oscuro, sin regreso que ha llevado al hombre a descomponerse  y transformarse como el màs abyecto, sanguinario y miserable depredador que ha existido en todos los  tiempos sobre el planeta tierra, no sòlo de los recursos vìtales de la naturaleza para la sobrevivencia de todas las especies, incluida la humana,  sino tambièn que depreda,  aniquila sin aspavientos èticos y morales, todos los valores de la dignidad y el respeto,  que lo condujeron a ser un ser civilizado, por encima de las demàs criaturas y especies de la tierra.  

 Ha ingresado al tùnel màs oscuro y lòbrego desde su apariciòn en la tierra. La prostituciòn forzada de niñas es otro demencial negocio que crece como  incendio infernal, alimentado por un  combustible altamente inflamable, cuàl es la lenta pero inexorable  extinciòn de la moral y  ètica humana;  insaciable y creciente codicia del hombre hacia el dinero y  bienes materiales.  La ruptura del hombre actual  con  las barreras èticas, y lìmites  morales,  le quitaron la màscara de bestia feroz,  dejàndolo tal cuàl es,  criatura asesina poseìda de lujuria,  proclive a los placeres y sensaciones màs insopechadas y escabrosas.


En un mundo convulsionado, globalizado en estrategias comerciales y estandarizado por marcas y estratificado por  etiquetas de calidad, soporte maquillado de la estètica y el  interès econòmico sobre otros valores, tambièn se ha establecido la  estratificaciòn en el mundo de las putas. Ahora hay putas  de alto estrato, de estrato medio y las puticas de clase baja. La prostituciòn se ha transformado en  un fabuloso negocio para las niñas bien de los estratos altos, fuente de cuantiosos ingresos para las arribistas y trepadoras sociales de clase media.  Rentable negocio manejado por astutos y ambiciosos intermediarios mediante pàginas web, redes digitales y virtuales de promociòn con insinuantes catálogos de las bellas e insinuantes  modelos, chicas universitarias y profesionales.  En el medio colombiano se les llama a las  universitarias,  a  las que  poseen  tìtulo universitario, modelos y actrices que ejercen la prostituciòn, mujeres prepago. Pero en  esta escala de putas prepago, tambièn hay  presentadoras de televisiòn,  diversas profesionales y un amplio pièlago de mujeres vinculadas a la fràndula y medios de comunicaciòn.  Ante la demanda y copiosos ingresos dejados por esa actividad, se han vinculado  incontables jovencitas  estudiantes de bachillerato, incluyendo menores de edad. Esta fauna femenina tiene una alta demanda entre  altos ejecutivos de multinacionales,  acaudalados inversionistas, pròsperos comerciantes e induatriales, y por supuesto el gremio de los traquetos, narcotraficantes y capos del crimen organizado.   Èstos  son  los que mejor pagan los servicios de èstas mujeres porque aunque algunas se resisten, en un principio y  no desean hacerlo, les ofrecen  altìsimas sumas de  dinero.  Se obsesionan de tal forma con alguna actriz, modelo o presentadora de televisiòn  que les   obsequian costosos  apartamentos, lujosos autos y joyas.   Al fìn èstas ceden, lo que las convierte en prostitutas simuladas. Algunas quedan enganchadas en ese mundo porque descubren la mina de dinero que pueden  explotar vendiendo sus cuerpos.

En en el calamitoso e infortunado ambiente de  pobreza y miseria del mundo,  el  lastre  que implica  ser pobre,  sin oprtunidadades; modelo milimètrico de exclusiòn social y econòmico de los circuitos del progreso y la riqueza,  edificado con la perversa metàfora de ricos y pobres, feos y bonitos, talentosos y brutos, tampoco las putas se escapan a esta estratificaciòn demonìaca. Hoy hay putas de alto nivel social   para los adinerados y nuevos ricos, porque sòlo ellos podrìan pagar sus altas tarifas;  putas de estrato medio para  profesionales, burocràtas, comerciantes y empresarios en ascenso social y econòmico. Y en la ùltima escala, estàn las tristes puticas de los barrios miserables, las desplazadas por la violencia del campo,  las niñas empujadas a la prostituciòn para no morirse de inaniciòn;  puticas escapadas de hogares de infierno, miseria,  maltrato, hambre y violaciòn sistemàtica por parte de padres,  hermanos y padrastros.

Putas de alto vuelo que intiman  con capos y poderosos hombres de negocios, obteniendo altas cantidades  por sus servicios y las que estàn en el estrato medio, que sueñan y luchan por llegar donde han llegado las putas de alto vuelo, las que sòlo se acuestan con hombres ricos.   Y las puticas callejeras de todas las edades que con su mìrada triste de desamparo y hambre, se ven en los atrios de las iglesias, en los sectores màs deprimidos de las ciudades, recorriendo  las calles en frìas noche de abandono y peligro, buscando con desespero un ocasional cliente, casi siempre un borracho impotente y agresivo.  Putas y puticas; las primeras cosechan  con su sexo, el ascenso social y la posible riqueza que no obtendrìan de otra forma, las otras; desamparadas puticas sin futuro que apenas intentan ganarse unos pesos para pagar el alquiler de un miserable cuarto de hotel de quinta categorìa,  sufragar un plato de comida  en un restaurante popular y el resto, sì acaso les queda, serà para dàrselo al  amante de turno o al rufiàn alcahuete de siempre,  otro tanto serà para comprar droga y alcohol y hacer menos dolorosa su desventura de haber nacido pobre  para volverse  puta.  





26 de septiembre de 2013

COLAPSO Y TRAGEDIA DEL CENTRO DE MEDELLIN.- Parte. I.-

                   

                                                                         


¿Han pasado tantos años para que varias generaciones quedaran borradas de lo que fue su epicentro de vida social, econòmica y cultural ? Debieron pasar muchos años de ausencia para darme cuenta de la destrucciòn arquitectònica , social y cultural de un ambiente que cobijò todo un universo de vida e interaciòn social  de varias generaciones de medellinenses.  ¿Pero cuàndo empezò ese horror de miseria y descomposiciòn social que hoy por hoy es el centro de una ciudad, en otra època, recatada; de personas amables y cultas, bien vestidas o al menos limpias y de una compostura intachable? 

La respuesta no es difìcil porque basta mirar los efectos de  la plaga del narcotràfico que desintegrò toda la estructura moral y social de Medellìn para obtener la respuesta Tantos años transcurrieron para que el centro de Medellìn se convirtiera en antesala del crimen y el caos,  hàbitat decadente de una subcultura de hambre, guetos de hombres desechables,  sectores estratègicos en manos de traficantes de droga que expenden las veinticuatro horas, todo tipo de drogas, desde las màs blandas hasta sofisticadas drogas de ùltima generaciòn.  Mendicidad azarosa y en espiral de crecimiento demencial; amplio lupanar de calles nauseabundas y ollas de vicio invadidas de puticas de diez, doce y trece años,  ademàs de la prostituciòn de muchachitos de edades similares a las de las adolescentes.  Chiquillos sodomizados dìa y noche,  por una tarifa de unos pesos, en sòrdidos hoteluchos con olor a carroña. Explotados por infames proxenetas de alcantarilla, muchas veces bajo la complacencia de padres sin alma.  Centro de Medellìn, de apuñalamientos sin tregua en riñas y constantes atracos, raponazos, estafas y hurtos,  calles santuario de carteristas, ladrones cosquilleros y bandidos de todas las pelambres; calles del centro de Medellìn con olor a sangre, desafìo a la muerte; atmòsfera densa con fragancia de grasa, expelida de decenas de ventorrillos de fritangas y todo tipo de comida popular, calles sucias y peligrosas con aire de olvido, transitadas por   hombres y mujeres tristes,  miserables, sin brillo en los ojos, tras un  horizonte vacìo, impregnados de miedo y desesperanza.


La calles del centro de Medellìn, sus edificios, locales comerciales, antros de mala muerte, casinos, bares de streap tease, salas de masaje, y diversas edificaciones son   mùltiple universo de un intrincado mundo subterràneo de crimen, oscuros negocios de todo tipo que tienen como base los delitos menores que poco a poco han ido  creando y sosteniendo una compleja como densa red de crìmenes y delitos de mayor alcance, lo que ha culminado en una sòlida estructura piramidal de crimen organizado, con un nefasto antecedente de creaciòn històrica con el Cartel  de Medellìn.  Hoy su desmonte como mafia local ya consolidada y con una tradiciòn arraigada en la ciudad , es una empresa casi  imposible porque su  arraigo y penetraciòn en los estamentos polìticos, sociales, el poder de corrupciòn en el aparato judicial y policial local,  es poderoso e imposible de extirpar, aspecto que la  ha convertido en una poderosa y letal mafia local estilo  napolitano.  Los distintos alcades de la ciudad, los jefes de policìa, los jueces y fiscales, los polìticos y las èlites de la ciudad, todos a una, negocian, cohonestan, aceptan y conviven con este complejo  càncer social. Es màs pràctico y provechoso para los nombrados cogobernar con una mafia local tan poderosa que combatirla o  intentar exterminarla.   Fenòmeno social ocurrido  en una ciudad,  hasta hace unas pocas dècadas de estirpe parroquial, sociedad santurrona, rezandera y sexualmente reprimida por  el fèrreo dominio clerical. 
 Las calles del centro de la ciudad son  punto de encuentro y desencuentro  de una tenaz lucha de subsistencia de miles de personas que viven de la ventas ambulantes; miles de deseperados que luchan de sol a sol para ganarse unos cuantos  pesos para medio subsistir. Lo que denominan "el rebusque". Calles por donde apenas se puede caminar, andenes y calles congestionadas de angustia, desempleados, bandidos y fracasados;  panorama de hambre y desesperaciòn,  donde se exhiben por doquier mercancias baratas de contrabando  ofertadas como si se implorara una limosna con  la consabida consigna:  -"Colabòreme patroncito que es pa``  la comida, vea que hoy no he vendido nada"

El centro de Medellìn es un desigual  caleidoscopio de descomposiciòn social,  los andenes,  estrechas calles y caòticas pertenecen a pequeñas y grandes mafias que se apropiaron de ellas para alquilarlas y feriarlas a cientos de hombres y mujeres que se malganan la vida vendiendo toda clase de objetos y chucherìas. Escasas son  las calles y andenes que no tienen dueño a quien se debe pagar un impuesto diario, semanal o mensual para acomodar toldillos, tendidos, carritos de tracciòn humana, carreteillas, parapetos de madera o cajas de cartòn donde instalan sus comercios de hambre y pobreza. Cada calle, esquina, andèn, resquicio, porche, parque o atrio de Iglesia de la ciudad està en manos de vendedores, y èstos a su vez son manejados por pequeñas mafias que se apropiaron de èstos espacios pùblicos para vigilar sus otros negocios sucios y devengar otras rentas por el derecho que deben pagar obligatoriamente los vendedores, so pena de ser desterrados, golpeados, torturados, robados y en casos peores, desaparecidos y asesinados.

El centro de Medellìn es una peligrosa àrea urbana, congestionada;  donde confluyen  todas las variables del delito; santuario de bandidos con oficinas de medianos y pequeños  capos del sicariato, la extorsiòn, la usura, el atracaco; inversionistas de todo tipo de negocios sucios donde las utilidades son tan elevadas como alto es el riesgo.
La imagen de aquel centro de Medellìn amable, de calles seguras, elegantes almacenes y gentes bien vestidas y decentes quedò en el olvido. Bares, cines y restaurantes respetables quedò sepultado  El centro de la ciudad quedò en manos de peligrosos hampones que se disputan a sangre y fuego las utlidades que renta la ilegalidad y el crimen. El resto, las sobras es para los indigentes, el lumpen vestido en harapos que se arrastra por el centro de la ciudad buscando una moneda para adquirir una dosis de alcohol ,marihuna, bazuco o pegante.

El aspecto màs desolador que he visto en ciudades ruinosas y decadentes,  lo he observado en el centro de Medellìn cuando empieza la noche y se intensifica con un elevado nivel de miedo y aprehensiòn cuando el reloj marca màs de las ocho de la noche. En las grandes y bellas ciudades del mundo, la noche abre un abanico de aventura, lujo, confort; la ciudad y la noche son sinònimo de alegrìa y  diversiòn. El centro de Medellìn es la antesala de la miseria, la oscuridad y la màs grande tristeza invade las calles y todo el entorno, cuando apenas son las nueve de la noche. La ciudad entra en  agonìa y soledad como pocas veces puede verse en lo que antes fue animado centro de vida nocturna.   Los alrededores del centro y su nùcleo son azarosos, producen depresiòn y ganas de salir corriendo ante la amenaza de fantasmas o seres monstruosos.  La ciudad asusta. Es  tètrico y miserable el espectàculos de ver a cientos de mendigos, desechables, drogadictos, bandidos de rostros patibularios, asesinos drogadictos, marginales sucios y hambreados; seres desastrados con un raro brillo de furia y decisiòn en los enrojecidos ojos, deambulando como hienas y lobos en busca de algo para  comer entre las basuras, mirando con ahinco las sucias calles, anhelando una mìsera moneda o un billete perdido, husmeando cerca  a cafeterias y expendios de comida, implorando algo de comer, esperando con  ansiedad  las sobras dejadas por los comensales. Acechando una potencial presa para atracar o dar un certero raponazo.  La calles quedan casi desiertas.  Todos huyen con espanto. Los empleados, oficinistas, empresarios, funcionarios pùblicos y comerciantes, saben  que la noche en el centro de Medellìn es de miedo porque asusta su desolaciòn, su aspecto miserable y decadente; las calles, los andenes, las pocas plazoletas y parques quedan en poder de hordas de menesterosos ylegiones de cuchilleros, de atracadores y delincuentes de diversa peligrosidad. La oscuridad llega y caminar por el centro de Medellìn puede convertirse en una interesante aventura para constatar la decadencia de una ciudad o la incierta tragedia de ser atracado y apuñaleado sin misericordia por robarte unos pesos.


25 de enero de 2013

LA PELÌCULA DEL AUGE NARCOCRIMINAL CONTINÙA



Sus Inicios Históricos y Desarrollo



En la convulsionada historia de Colombia, el narcotráfico empezó como un pintoresco fenómeno local, visto con  asombro y escepticismo como una oportunidad para adquirir prestigio.  “hacer dinero fácil y rápido”  por parte de los primeros aventureros narcotraficantes, más conocidos como los “marimberos”. Aunque este tipo de fenómenos delictivos también “se alimenta” de graves crisis de valores éticos y morales, descontento social y frustración.  Carencia de oportunidades como trabajo digno y bien remunerado, imposibilidad de acceder a estudios profesionales;  nulo crecimiento social y económico. Síntesis del atraso, hambre, pobreza extrema y miseria de un país subdesarrollado y corrupto. El panorama socio económico de ayer como  hoy ha evolucionado para  ser peor. En la actualidad Colombia ocupa el tercer lugar a nivel mundial en inequidad y desigualdad social, según estudios realizados por las Naciones Unidas.   Todo ello dado en grandes sectores de la población,  amplias regiones de un territorio tan extenso  y complejo como el de Colombia.  Pero también por su diversidad racial,  confusa identidad sociológica y antropológica; traumáticas rupturas históricas y políticas, del pretérito lejano, inmediato pasado y convulsionado presente. Aunque también la codicia innata del hombre, la avaricia como un pecado capital más del hombre, es otra variable poderosa que estimula el crimen.  Colombia tenía el terreno abonado. El mercado esperaba en Estados Unidos con una juventud desorientada,  sociedad lastimada en su orgullo patrio, necesitada de “una medicina” para anestesiar el orgullo herido ante los efectos devastadores del Síndrome de Vietnam.  La demanda  sería casi infinita y la oferta estaría a la altura.  El producto brotaba de la fértil  tierra colombiana.

 Los efectos placebos de la cannabis serían una evasión fugaz, alucinante,  catarsis placentera para una sociedad y juventud en crisis como la norteamericana de los años sesenta y setenta. Sólo faltaban los  audaces contrabandistas colombianos, los  hombres  sin escrúpulos,  temerarios emprendedores, sedientos de  aventura y dinero para que la película más sangrienta, dramática, larga y dolorosa de la reciente historia de Colombia, empezara a rodar.  El film del  narcotráfico  tuvo un comienzo de empresa aventurera, negocio multimillonario y criminal pero su final nadie lo conoce todavía. Su evolución, las consecuencias socioeconómicas, políticas,  los alcances como pandemia a nivel mundial, detonante y alimentador de grupos terroristas y sostén de movimientos guerrilleros; consolidación de poderosas multinacionales del crimen organizado, transformaron el narcotráfico  en un problema de Estado para muchas naciones, desarrolladas y subdesarrolladas. Estos factores continúan evolucionando.

 Aquellos pioneros contrabandistas costeños de la década del setenta, se les  denominaba “marimberos” porque a la marihuana, en su argot local, ellos la llamaban “marimba”. Traficantes oriundos de la costa norte de Colombia, principalmente de la Guajira y de Santa Marta. Región privilegiada por su ubicación geográfica limítrofe con el mar Caribe,  para embarcar vía marítima los cargamentos, y la fácil adaptación del desértico y plano territorio guajiro para improvisar  decenas de pistas de aterrizaje, desde donde también despachaban gran parte de los alijos de droga con destino al creciente mercado norteamericano. Se hizo costumbre entre las etnias aborígenes del desierto de la Guajira, ver aterrizar y  emprender vuelo a los  famosos aviones  DC-3 y DC-6,  como también  gigantescos aviones Hércules con su bodegas repletas de marihuana, piloteados por expertos pilotos gringos, excombatientes licenciados de la guerra de Vietnam. Pero así mismo,  los habitantes de la ciudad de Santa Marta, se habituaron a que en las noches, la ciudad sufriera “misteriosos apagones” que interrumpían la actividad de los radares, facilitando el vuelo de aeronaves cargadas de droga del aeropuerto local Simón Bolívar.  

Inequívoco síntoma de la corrupción política, gubernamental y policíaca colombiana  de ese entonces como del presente, que no veía, no escuchaba ni sabía del nefasto negocio. El dinero fácil,  proveniente del negocio de la marihuana en la década del setenta fue una plaga devastadora para algunos pero para otros fue “una bonanza que llegaba del otro lado del mar”, de la USA,  representada  en barcos y  aviones cargados con toneladas de dólares en efectivo.  Fluía a borbotones el dinero sucio,  para todos alcanzaba. Aquella desmesurada fortuna, compró  conciencias, silenció denuncias;  “proporcionó trabajo a los desempleados”,  canceló salarios, poniendo  el pan en la mesa de centenares de  miserables y hambrientos; pagó policías y todo tipo de funcionarios públicos, sobornó jueces, enriqueció a militares y políticos, financió  campañas políticas,  eligió senadores y representantes.  Pagaba una costosa nómina de sicarios y guardaespaldas, compraba armas,  proporcionando lujos de jeque petrolero, excesos de lujuria y alcohol, interminables “parrandas vallenatas”,  brindando un  estilo de vida de millonarios a los traficantes  que vivían entre gentes pobres y pueblos míseros y abandonados, donde los  “mafiosos marimberos”, eran  reyes absolutos.

Marihuana que llegaba en cantidades industriales para la ansiosa juventud americana, desencantada y horrorizada con la guerra de Vietnam, hechizada por la nueva concepción de amor y paz, tan de moda en la primera generación hippie de los años sesenta.  El poder lírico, la letra y ritmo de la música rock, la liberación sexual, el  Festival de Woodstock de 1969, donde el sexo, la droga y el rock se unieron para crear el  máximo icono de la juventud norteamericana de ese momento. Máxima expresión pacifista de la juventud, después de la Segunda Guerra Mundial. No obstante,  muy en el fondo,  éste mítico acontecimiento contracultural junto con las graves repercusiones  que causó la Guerra de Vietnam, produjo un shock de proporciones impredecibles en su momento pero que ahora se interpreta en toda su dimensión. Aquel acontecimiento musical,  aunado al trauma sociopolítico causado por la confrontación bélica de Indochina, desató el shock pesadilla de la droga, que se vive en el mundo actual, como ocurrió hacia el futuro, partiendo del año de 1969 hasta nuestros días.
Tampoco podría extenderse esta conceptualización afirmando que la problemática social de la drogadicción no existía antes de este crucial período histórico como el de Woodstock y la Guerra de Vietnam, porque se estaría lejos de la verdad.  Desde los primeros estadios históricos de la humanidad la droga siempre  ha acompañado al hombre como ritual religioso y social, y luego como evasión de la realidad, interpretándose  también por algunos teóricos como una manifestación intelectual de ciertos artistas, una moda glamorosa propia de las élites cultivadas y adineradas; en determinados campos del arte y la cultura. Obsérvese como  existía un amplio consumo de heroína, morfina y otras sustancias en el periodo de entreguerras. Y en los Estados Unidos, la heroína era ya un problema complicado de los guetos, entre la población negra principalmente. En los inicios de la década del sesenta, se incrementó la adicción de las denominadas drogas duras, destacándose el LSD, las anfetaminas y otros narcóticos.  El LSD, parecía ser la droga de la década del sesenta y quizás lo fue en buena parte pero la marihuana ganó finalmente la partida hasta que se impuso la cocaína, como reina  de las drogas duras, desde el punto de vista de su consumo masivo.  No obstante,  desde la visión  histórica, la cronología de la cocaína es larga.  Sería tema para otro ensayo. A secas, podría decirse que la cocaína fue un gigante dormido que estuvo semiadormecido durante más de un siglo, cuando fue descubierta, hasta su redescubrimiento por una sociedad moderna, industrializada,  ahíta de nuevas sensaciones,  con el más alto poder adquisitivo y de consumo del mundo, como lo ha sido la sociedad norteamericana. 

El famoso festival además de ser un acto de rebeldía, fue también el despertar de una generación que quiso sacudirse de encima,  los rígidos postulados de las generaciones anteriores, liberarse del pasado. Ante todo, fue la más grande manifestación pacífica de la juventud americana en contra de la demencial guerra de la Península Indochina, en la que su país sacrificó miles de hombres, gastó cuantiosos recursos para ser finalmente humillado y vencido por un país subdesarrollado.  Sin embargo, las razones oficiales  de realizar el festival fueron otras como el amor libre, el pacifismo ecológico, la vida en comuna y el amor por la música y las artes.   Pero lo más asombroso pero demostrable,  es que a partir de ese gigantesco concierto, que no fue tan insignificante como se ha querido desmitificar en forma tan simple, la cultura de la droga empezó a ser parte fundamental en el ámbito cultural, como  aspecto consuetudinario en la vida de amplios núcleos de la sociedad norteamericana  aunque el fenómeno poco a poco, alcanzó  a extenderse y penetrar entre la población joven de muchos países con afinidad a la cultura occidental.

 Han transcurrido más de cuarenta años  desde el primer Festival Woodstock de 1969 y casi cuarenta desde el termino de la Guerra de Vietnam y las circunstancias actuales como todos los hechos inherentes, sucedidos a través de los años, confirman esta tesis. El mundo con su compleja y traumatizada sociedad moderna,  la angustia de la  juventud, las formas de escapar de la realidad, el ingenio de las mafias del narcotráfico para  mercadear y posicionar en las comunidades los narcóticos, transformaron las costumbres, dimensionando la problemática hasta niveles de epidemia, afectando la salubridad pública.  En el presente, la droga con sus efectos catastróficos, es uno de los más graves y complejos problemas que enfrenta la humanidad, la mayoría de  Estados occidentales,  los gobiernos y diversos  estamentos públicos y privados de la sociedad.    

 En el Festival Woodstock de 1969,  miles de jóvenes norteamericanos se congregaron durante tres días para entregarse a las sensaciones psicodélicas del LSD, heroína, morfina y otros alucinógenos. Pero la marihuana fue  la droga reina absoluta porque fue consumida por toneladas por la enardecida masa. Las consecuencias indirectas del movimiento de protesta protagonizado por la juventud francesa en el renombrado “Mayo Francés”,  también conocido como “Mayo del 68”, acontecimiento que cambió la forma de ver la vida por la juventud, rebeldía y protesta de  una juventud que exigía y “quería un cambio social”,  transformación y liberación de sus vidas sometidas a la tradición férrea de los adultos. Aquella masiva protesta que poco faltó para ser otra Revolución Francesa, afectó profundamente e impactó a la juventud norteamericana de la década del sesenta aunque en menor proporción que la catastrófica guerra de Vietnam. Todos ellos fueron  factores determinantes que detonaron el consumo masivo de la yerba entre la rebelde juventud, convirtiéndose en un “modus vivendi existencial” de ese momento y de las generaciones posteriores.  

Podría afirmarse que la marihuana como instrumento social de penetración cultural y evasión psicológica  por ser un  narcótico,  su influencia fue tan poderosa en los años sesenta, que también formó  “parte esencial de la Contracultura creada en la  prodigiosa década de los  sesenta”, como reacción y repudio al sistema existente.   La reputada marihuana bautizada como “Punto Rojo y la “Santa Marta Gold”, tan adictiva como  alucinante, se convirtió en la preferida por los miles de viciosos, dejando de lado la marihuana mexicana que fue abandonada ante la superior calidad de la yerba colombiana.  

 Transcurrían los últimos años de la década del sesenta y se iniciaban los primeros años de la década del setenta. Cuando el negocio del contrabando de marihuana, desde Colombia hacia los Estados Unidos, alcanzó un auge extraordinario,  inaudito, que transformaría los hábitos y costumbres de la sociedad colombiana de entonces.  Corrompiendo amplios sectores de la clase baja  hasta alcanzar segmentos de las élites locales, luego las nacionales, corrompiéndolas;  y finalmente quedarse para siempre dentro de la estructura social y económica de Colombia. Y ser en la actualidad parte integral de su triste y trágica identidad nacional, negativa pero real  imagen ante el mundo. La semilla de la descomposición social y moral, producida por el virus nefasto del narcotráfico, germinó y se esparció por el resto de la nación. El terreno estaba abonado para que naciera la otra semilla del fabuloso y gigantesco negocio de la cocaína, primera generación, iniciado pocos años después de la decadencia de la “bonanza marihuanera.” 

  No obstante que los primeros capos del negocio de la cocaína con sus actividades delictivas, fueron  concomitantes con el auge y caída de la “bonanza marimbera”.   Éstos, iniciaron sus actividades de narcotráfico en pequeña escala, en los primeros años de la década del setenta. Incluso hay reportes de traficantes colombianos que ya traficaban con cocaína hacia Estados Unidos con pequeños cargamentos,  desde los años sesenta pero su negocios eran en menor cuantía. Por ejemplo, de esa época surgió uno de los primeros capos importantes de la cocaína. Su nombre era Jaime Caicedo, apodado “EL Grillo”. Personaje extravagante, violento y audaz para los negocios. Fue un auténtico pionero visionario en el negocio de la cocaína, oriundo de la ciudad de Cali, donde creo un pequeño imperio de negocios nocturnos pero su verdadera actividad fue el narcotráfico. Logrando crear una considerable infraestructura. Con su inventiva criminal, ideó  asombrosos métodos para contrabandear pequeños y medianos cargamentos de cocaína con destino a Nueva York y otras  importantes ciudades norteamericanas. Se afirma que en el momento de su muerte, tenía más de seis mil empleados que dependían de sus negocios. Su turbulenta vida como trágico final, inspiró una afamada película, donde se narra su historia, titulada  “El Rey”.

Otro conocido personaje visionario de los años sesenta y setenta en el negocio de la cocaína, fue Benjamín Herrera Zuleta, oriundo de Cali, apodado “El Papa Negro de la Cocaína”, también conocido como  el “Abuelo de Pablo Escobar y Gilberto Rodríguez, en el negocio de la cocaína”. Detenido por primera en una cárcel de Atlanta en 1973, de donde escapó hacia Chile. Se le reconoce como uno de los pioneros en el narcotráfico porque abrió rutas desconocidas hasta entonces, recorrió como un  osado aventurero diversos países donde se cultivaba la coca y se procesaba.  Aprendió como pocos todos los secretos, trucos y trampas de aquél incipiente pero prometedor negocio. Algunos afirman que  éste personaje fue “maestro personal de Pablo Escobar y Gilberto Rodríguez, en el  tráfico de cocaína”. Creo vías de acceso y transporte de la base de coca, diseñó   toda una infraestructura de contrabando de cocaína que incluía el transporte de la base de coca desde Perú y Bolivia, el procesamiento, refinamiento y  producción de la misma, así como su distribución, embarque y recibo en diferentes ciudades de Estados Unidos. Fue una figura legendaria entre las generaciones subsiguientes de grandes capos, entre los que se destacaron  Pablo Escobar y  Gilberto Rodríguez. Aquel individuo enseñó mucho de lo que sabía  como veterano traficante, a los referidos y a muchos otros. Los resultados saltan a la vista por la consolidación y poderío alcanzado por las mafias colombianas, “por las enseñanzas de aquel maestro del narcotráfico”. 

Pero el sembrado a nivel industrial en la fértil geografía de la Sierra Nevada de Santa Marta, contrabando y exportación de marihuana, se constituyó en el  génesis. Fue la escuela criminal, adoctrinamiento y creación de una “cultura mafiosa” para las siguientes generaciones narcotraficantes. El camino estaba despejado y el terreno abonado para que la siguiente generación criminal, crimen organizado de la cocaína inundara el mercado norteamericano en mayor proporción aunque sus conexiones también se extendieron hasta Europa, copando poco a poco su mercado, hasta convertirse en el segundo mercado más importante, después  del estadounidense.
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                 
Con este fenómeno,  nació la  primera generación emprendedora del narcotráfico, la gestora de la infraestructura primaria para consolidar el  negocio a gran escala en Colombia. De allí surgió el conocimiento táctico, estratégico y logístico de lo que años después sería el Cartel de Medellín,  el Cartel de Cali,  el Cartel del Norte del Valle,  el Cartel de la Costa,  el Cartel de Bogotá, el Cartel  de los Llanos Orientales, además de otras decenas de pequeños carteles;  estructuras independientes algunas, confederadas otras, de narcotraficantes que se crearon, con  medianas y  pequeñas organizaciones, bandas incipientes de traficantes y otros clanes delictivos, adquiriendo  afianzamiento en diferentes regiones del  país.

Pero no puede pasarse por alto los otros  dos grandes carteles de la droga, creados  como consecuencia del grave conflicto armado colombiano, como sucedió con las FARC-EP,  (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército Popular)  de evidente orientación política marxista, procastrista, con casi cincuenta años de existencia, y las AUC (Autodefensas Unidas de Colombia), creadas originalmente por los principales capos del narcotráfico en los primeros años de la década del ochenta, luego fueron reorganizadas con una sólida estructura militar y económica. Adiestrados por mercenarios británicos e israelíes,  y por amplios estamentos del Ejército Colombiano que se unió  a ellos para combatir una guerrilla que tenía en jaque al Estado, con dominio militar y administrativo en amplias zonas de país.   Este poderoso como tenebroso ejército, se constituyó en el brazo armado de la extrema derecha para defender a los terratenientes, los ganaderos, a los industriales, comerciantes y a los mismos narcotraficantes que continuaron dirigiéndolo. Porque según sus argumentos, el Estado Colombiano y sus Fuerzas Armadas, eran incapaces de defender sus vidas y  bienes. Aquel ejército privado de escuadrones de la muerte, se enfrentó a las FARC para defender los intereses de la clase rica, acosada por una guerrilla que los tenía sitiados, acosándolos sin tregua, asesinándolos, secuestràndolos, extorsionándolos, robando sus tierras, ganado y otras riquezas. Creándose un grave conflicto interno que duró  casi quince años entre estos dos bandos, cobrando miles de vidas, miles de desaparecidos, provocando miles de desplazados, desposeídos de sus tierras, por los bandos en conflicto, refugiándose en las ciudades ante la despiadada guerra. Situación que ha causado  una grave desinstintucionalizaciòn del país que todavía persiste.  Esta guerra interna, entre la izquierda armada y la derecha igualmente armada, llegó a niveles de barbarie y degradación humana, presentadas en las guerras más cruentas de la historia. Pero lo que se destaca de esta somera narración del conflicto es que la financiación de las FARC y de las AUC, proviene de los cuantiosos recursos que produce el comercio de la cocaína.  Tanto las FARC como las AUC, son poderosos carteles que  manejan el negocio desde la base primaria, controlando todo el proceso industrial hasta la comercialización, venta y distribución internacional de la cocaína a los Carteles Centroamericanos, Carteles Mexicanos y las mafias europeas involucradas en el tráfico,  porque poseen amplios territorios con miles de hectáreas sembradas de coca. Además procesan la hoja de coca. Producen la base de coca. Tienen laboratorios, cristalizadores, hasta obtener el clorhidrato de cocaína de alta pureza, listo para su consumo.  Montajes industriales de empaque y almacenamiento a gran escala. Disponen de la logística más moderna para el transporte terrestre, aéreo y marítimo de la droga. Así como la complicada logística de moderna comunicación satelital, claves criptográficas, coordenadas  estratégicas de aeropuertos clandestinos ubicados en la extensa Orinoquía y la densa Amazonía colombiana. Y puntos de embarque en altamar, el Atlántico, el Pacífico o el mar Caribe.  Poseen innumerables pistas de aterrizaje. Cuentan con flotillas de aviones, barcos y lanchas para el transporte fluvial, marítimo y aéreo. 

Tienen las conexiones a nivel internacional para el envío a los grandes mercados de Estados Unidos y Europa y aliados estratégicos en la banca y las finanzas para el lavado de dólares, inversiones, transferencias internacionales y  depósitos bancarios. Con las inmensas  utilidades de tan rentable como complejo negocio, adquieren sofisticados arsenales en el mercado negro de armas de los países industrializados, grandes fabricantes de armamento. Con este material bélico,  alimentan el conflicto, financian la guerra, mantienen aceitado el sangriento mecanismo que mueve una guerra que parece no tener fin cercano. Por esto, la droga es el principal combustible que financia la guerra en Colombia,  y estas agrupaciones  armadas,  con sus irreconciliables ideologías, son quizás, en el momento actual, los dos carteles más poderosos existentes en  Colombia. En teoría hubo una desmovilización en el 2004 de las AUC, cierto tratado de adaptación a la vida civil. Fue un remedo de paz ideado por el gobierno y los principales dirigentes del ejército paramilitar como premio y compensación a éstos por haber diezmado a la guerrilla en amplias regiones del país,  recuperando de nuevo el poder los terratenientes, los ganaderos y poderosos narcotraficantes de esas regiones. Aunque la guerrilla  no fue vencida ni derrotada completamente. 

Una  supuesta entrega de armas. Una renuncia al combate armado ante el debilitamiento de las FARC por el duro ataque propinado por las AUC y el ejército colombiano. La desmovilización de todos los frentes paramilitares. El gobierno decretó algún tipo de amnistía. Según cifras oficiales se desmovilizaron 36.000 combatientes, la mitad de los cuales entregó armas. Pero la realidad  es que entre 8.000 y 10.000 hombres en armas, nunca se desmovilizaron y mucho menos entregaron sus armas.  Las cifras fueron tergiversadas por el mismo gobierno.  Su estructura militar quedó intacta. Todo eso puede tener algo de cierto pero no es la realidad, ni la verdad completa. El paramilitarismo en Colombia no concluyó. El Estado, el gobierno de turno, la sociedad y los medios de comunicación fueron engañados por los líderes paramilitares.  Altos dirigentes gubernamentales fueron cómplices de esta farsa.  Este grupo armado de extrema derecha se ha reacomodado, ha evolucionado a un fenómeno nuevo, tan peligroso y desestabilizador  como el mismo paramilitarismo, denominado por el gobierno como las  “BACRIM” (Bandas criminales)  Pero este será tema para un próximo ensayo.     

 Aquellos primeros contrabandistas de marihuana fueron hombres violentos, arribistas estrafalarios. Hombres machistas, mujeriegos empedernidos, borrachos pendencieros. Recordados por sus fiestas interminables llamadas “parrandas vallenatas”, que se prolongaban durante semanas, escanciadas por ríos de whisky de las mejores marcas,  amenizadas por famosas bandas de música vallenata. El anecdotario sobre sus excentricidades descomunales, múltiples crímenes impunes y su identidad caribeña exorbitada, los convirtió en auténticos  personajes macondianos, más propios de la novelística de García Márquez que de la misma realidad. Pero fueron reales y existieron. Lo que confirmó la visión del “realismo mágico” de aquél ilustre  novelista, sobre la sociedad colombiana. 

 Los primeros años del setenta fueron testimonio histórico de personajes como “Lucho Barranquilla”,   multimillonario y extrovertido narcotraficante samario, arraigado en el imaginario popular  por sus generosidad con los pobres, sus excesos y excentricidades  como comprar el edificio donde funcionaban las dependencias de  la policía  para darse el placer de vengarse,  desahuciándolos mediante un proceso judicial. “Lucho Panamèrica”, propietario de una isla rocosa frente a la ciudad de Santa Marta, donde hizo construir una casa en forma de quilla de barco, incrustada en la sólida roca de la isla. Otro  marimbero conocido fue Yesid Palacios, quien en menos de un año de la década del setenta, logró enviar con absoluto éxito al mercado estadounidense, ciento ochenta mil libras de marihuana, (90 toneladas)  así mismo, entre otros narcotraficantes que se destacaron por sus locuras estuvo  el clan  mafioso guajiro, Lafaurie González, conformado por los hermanos Eduardo, Iván y Fernando, quienes mandaron a construir  mansiones que disponían de sótanos blindados, verdaderos refugios antiaéreos, aprovisionados con agua y alimentos para varias semanas Disponían además de escondites secretos, mimetizados entre los sótanos, donde guardaban inmensas fortunas en dólares, gigantescos arsenales y grandes depósitos de droga Disponían de túneles secretos por donde podían escapar en caso de emergencia  ante un cerco policíaco o emboscada de sus enemigos. Hasta hace pocos años, estas fortalezas podían visitarse como atracción turística, por ser auténticos museos en Maicao y Riohacha.  Este mismo clan de los Lafaurie González, poseía una famosa colección de automóviles Ferrari, que exhibían  con desparpajo, conduciéndolos a altísimas velocidades por  polvorientas calles del desierto guajiro, entre pueblos miserables que no disponían de escuelas,  de acueducto, ni alcantarillado.

Para culminar con  esta descripción de personajes ya legendarios en la historia de la primera etapa del narcotráfico en Colombia, con la bonanza marimbera. No puede dejarse de mencionar dos historias. La primera es la de Julio Calderón: Magnate marimbero de los años setenta. Compró una  conocida empresa de aviación comercial, “Aerocondor”, que utilizaba para lavar grandes sumas de dólares. Luego la usó para financiar la costosa construcción de una lujosa y sofisticada mansión en Miami, conocida con el nombre del “Palacio Azul”. La empresa aérea quebró. Julio Calderón también es recordado porque entre sus extravagancias, compró la mansión que el expresidente Richard Nixon, tenía en la Florida, que muchos afirman, pagó en efectivo. Fue dueño de lujosos hoteles ubicados en la ciudad de Barranquilla que tenían como característica especial, poseer jardines con prado sintético, en una ciudad que no disponía de agua sino para una minoría de sus habitantes. El derroche y los excesos llevaron a este magnate a la ruina. Terminó trabajando para el clan de los Ochoa, como enlace en la Costa Atlántica del floreciente negocio de la cocaína.



El segundo corresponde a la historia del enfrentamiento entre dos clanes de narcotraficantes guajiros, el Clan  de la familia Cárdenas y el Clan de la familia Valdeblànquez. Lo destacable de estas dos familias mafiosas es que llegaron a una verdadera guerra por razones que algunos identifican como una cuestión de honor familiar, mancillado por los contrarios pero otros lo atribuyen a odios ancestrales de tipo étnico, por ser las dos familias, integrantes de la cultura indígena wayuu  que se intensificaron por la disputa territorial y comercio de los cargamentos de marihuana. Lo cierto del caso fue la confrontación,  tan mortífera como larga que se dio entre  los dos clanes. Fueron  sangrientas vendettas que sacrificaron cientos de vidas de integrantes de las dos familias, así  como de allegados y colaboradores cercanos. El duelo fue prolongándose durante años sin que alguno de los clanes resultara vencedor o  diera posibilidad de una tregua entre las familias. La historia no concluyó hasta que no fue ultimado hasta el último de los sobrevientes que hubiera quedado en pie.   Las dos familias se exterminaron totalmente.

La mafia colombiana no es de tipo siciliano porque no tiene tradición, ni códigos de honor. No posee el ceremonial de iniciación, rito de aceptación en la familia mafiosa clásica,  ni tiene los protocolos de aquella sociedad secreta. Tampoco tiene la tradición de la Yacusa japonesa ni códigos similares. La mafia colombiana aún no llega al medio siglo por lo que es todavía un sistema hibrido. Es un organismo criminal vivo en constante evolución hacia distintas variables del delito, Es tan letal y macabra como la mafia siciliana. Con un componente criollo propio, donde confluyen elementos primigenios de la indómita violencia del colombiano, capacidad innata para el crimen, la venganza y disposición intelectual para idear y ejecutar  arriesgados actos delictivos. La temeridad y capacidad de violencia del narcotraficante colombiano no es un secreto. Ellos, los narcos colombianos se han ganado un lugar en el sórdido mundo del hampa internacional por su osadía, refinamiento para la venganza. Implacables en las sentencias y ajustes de cuentas. La violencia del narcotraficante colombiano es respetada y temida por las demás organizaciones criminales del mundo, donde se ha posicionado como una mortífera organización criminal, tan peligrosa como las clásicas mafias existentes.

 El origen de la disposición inveterada, implícita  para  hacer daño, llegar a la sevicia y  ejecutar actos de barbarie espantosos, tiene un antecedente antropológico, raíz sociológica justificada y documentada;  una relación con el origen histórico de la conformación de la incipiente nación colombiana por la crueldad y extrema violencia.  La estrategia y táctica militar cómo la Corona Española, en tiempos de la Conquista, doblegó a sangre y fuego las  etnias aborígenes que poblaban el naciente país colombiano.  Estas variables se potenciaron con la trágica historia patria de múltiples guerras políticas, de origen socioeconómico que no han cesado desde la independencia. Y continúan presentándose con diversos escenarios, distintas causas pero las guerras y conflictos internos siguen su sangrienta espiral cíclica, intermitente.   La paz nunca llega.  Parece ser una ficción más,  muy lejos de convertirse en realidad.  

Las vendettas de la mafia colombiana han sido históricas y de una crueldad inaudita.  Con dos factores claros e identificables: tiene la estructura precisa del crimen organizado y tiene el factor del secreto, oscuro, clandestino y letal,  como cualquier mafia conocida, sea la cosa nostra siciliana; la mafia calabresa, la Yakusa o mafia japonesa, la temible mafia rusa o la tenebrosa mafia mexicana. Los narcos colombianos son personajes de inteligencia diabólica para la venganza y grandes negociantes, con gran habilidad para los negocios sucios. Visión empresarial tan brillante como torcida y tramposa para triunfar con sus negocios.  Son hombres que saben adaptarse a los cambios. Su astucia mestiza, su capacidad camaleónica para sobrevivir y continuar viviendo, abriendo mercados  e imponiendo su poder, es asombrosa. Ingentes recursos económicos ha invertido el Estado Americano para combatirla y exterminarla pero todo ha sido inútil.  La DEA, con un presupuesto ministerial y la tecnología más poderosa en lo militar y logístico, como lo es la norteamericana no ha podido en más de cuarenta años de lucha sin cuartel, acabar, destruir parte o siquiera detener el  crecimiento y expansión exponencial de un negocio tan rentable como catastrófico.

Los narcotraficantes colombianos han sido superiores a todos los gobiernos que han pasado por la magistratura del Estado. Su capacidad de permear la sociedad ha sido tan impresionante como efectiva porque el rechazo inicial que recibió de parte de las élites y ciertos estamentos públicos y políticos, fue solo un gesto de asco superficial. El poder de corrupción, financiado con una capacidad económica casi inagotable, con una generosidad desbordada, llegó a  niveles de sometimiento casi total de la élite política,  a los caprichos e intereses de la mafia narcotraficante. La clase política colombiana en un porcentaje que podría llegar al ochenta, tal vez el noventa por ciento, ha sido comprada y financiada por el narcotráfico directa o indirectamente desde principios de la década del setenta hasta el presente. Ha financiado parte importante de  siete de las últimas nueve campañas presidenciales. Aunque existen dudas razonables sobre las dos restantes. Y financió completamente la elección de un Presidente de la República.  Ha financiado cientos de senadores y representantes, miles de concejales y diputados en todas las regiones del país. Ha financiado la campaña de alcaldes y gobernadores. El matrimonio entre el narcotráfico y la política colombiana es indisoluble. Parece un matrimonio católico. Y ninguna de las dos partes quiere un divorcio o una anulación matrimonial. Es una relación casi feliz aunque tiene sus tormentas conyugales y momentos agridulces. En otro texto se analizará el otro matrimonio existente, entre el narcotráfico y las clases ricas del país, las élites poseedoras de la riqueza nacional.

El Estado Colombiano ha sido incapaz de controlar el problema del narcotráfico. Pero también Estados Unidos ha cometido grandes errores que han provocado un fracaso en la política antidroga, iniciada por la administración Nixon, cuando creo la DEA, mediante decreto presidencial el 1 de Julio de 1973, y continuada durante siete administraciones posteriores sin resultados positivos. Alguna vez el expresidente Clinton tuvo el valor de afirmar: “Confieso que hemos fracasado”. De poco, tal vez demasiado poco ha servido  el Tratado Internacional de Extradición entre Colombia y Estados Unidos, que produjo uno de los períodos más oscuros de  Colombia, cuando el  capo de capos, Pablo Emilio Escobar Gaviria,  con el demoníaco poder que poseía,  se enfrentó contra el Estado Colombiano y toda  la sociedad, desatando una guerra terrorista de amenazas, chantajes,  bombas, múltiples asesinatos, ajusticiamientos, secuestros e incontables atentados. Con la intención de anular el Tratado de Extradición. Propósito criminal que al fin consiguió, haciendo que su poder terrorista, lograra someter al Estado, a la corrupta clase de ese período y al Presidente en ejercicio de esa década. Meta que consiguió, cambiando la Constitución de Colombia, haciendo  eliminar de la Carta Constitucional de ese momento, el temido artículo sobre el Tratado Internacional de Extradición, entre Colombia y los Estados Unidos.  Ahora, a  los narcotraficantes colombianos, la extradición no les produce miedo, quizás  muy poco quizás nada,  parece atemorizarles la amenaza de ser extraditados porque muchos de ellos, terminan colaborando, negociando sus penas y parte de sus bienes con el aparentemente flexible, sistema judicial americano. Muchos de ellos prefieren la extradición a ser juzgados en Colombia. En el fondo, terminan ganando, asesorados por hábiles abogados penales. Así mismo, la represión indiscriminada de diversos organismos policíacos y de instituciones especializadas como la DEA, sólo ha favorecido a los narcotraficantes porque ha aumentado la demanda y las utilidades del negocio. 

El mercado del narcotráfico en Colombia ha sabido acomodarse y vincularse cada vez más al mercado nacional e internacional de narcóticos. No obstante la persecución internacional por parte de Estados Unidos y otras potencias europeas. Sus protagonistas, los narcotraficantes colombianos, han hecho alianzas estratégicas y tácticas con diversas organizaciones criminales del país y de otros países con implicaciones en el tráfico de drogas. Y continúan provocando guerras, vendettas mafiosas, masacres, desapariciones, homicidios selectivos, descuartizamientos y otros terribles crímenes para vengar, amedrentar, usurpar y cobrar cuentas pendientes; asegurar rutas y corredores confiables para el transporte y envío de la droga a los mercados internacionales. 




Investigación Original. Documentada y redactada por BORIS DE BEDOUT
Medellín. Marzo de 2012.